El título de Duque de Frías se concede el 20 de marzo de 1492 por los
Reyes Católicos a Don Bernardino Fernández de Velasco, II Condestable de
Castilla, III Conde de Haro y Capitán General y Virrey de Granada.
Son los Velasco señores de Medina de Pomar. El 4 de diciembre de 1369
adquiere don Pedro Fernández de Velasco el señorío de la Villa.
Los Fernández de
Velasco desde el S. XV ocupan sucesivamente, algunos de los cargos
mas relevantes del Reino, como Merino Mayor de Castilla, Mayordomo del
Rey o Justicia Mayor.
En 1430 Pedro Fernández de Velasco, conocido como
"el buen conde", recibe de Juan II el título y las tierras del Condado
de Haro. Su hijo Pedro Fernández de Velasco Camarero Mayor de Enrique
IV, obtiene la dignidad de Condestable de Castilla, vinculado desde
entonces a la familia hasta el siglo. XVIII. En 1492, Bernardino Fernández
de Velasco, obtiene de los Reyes Católicos el título de Duque de Frías.
Sucesivos matrimonios vincularán a la Casa de Frías un gran número de
títulos y propiedades. A finales del siglo XVIII Diego Fernández Pacheco
reúne los siguientes títulos: Duque de Frías, Conde de Haro, Marqués de
Alba de Liste, Duque de Uceda, Conde de la Puebla de Montalbán, Marqués
de Fromista y de Caracena, Conde de Pinto, Marqués de Berlanga, Marqués
de Toral, Conde de Peñaranda de Bracamonte, Marqués del fresno, Conde
de Luna, Duque de Escalona, Marqués de Villena, Marques de Villanueva
del Fresno, Conde de Fuensalida y Colmenar, Conde de Oropesa, de
Alcaudete y Deleitosa, y Marques de Jarandilla, entre otros.
Corona el cerro de la Muela logrando una posición estratégica
privilegiada sobre el valle y el paso del Ebro. Es uno de los castillos
roqueros más espectaculares de Castilla.
La primera mención de la fortaleza de Frías data del año 867. La fábrica que actualmente se observa es de finales del siglo XII, principios del XIII, fechas en torno al reinado de Alfonso VIII.
Tiene un marcado carácter defensivo. El conjunto de la torre del
homenaje esta separado del resto de la edificación manteniendo su propio
sistema de defensa.
Se accede a su interior por medio de un puente (en origen levadizo)
sobre un foso excavado en la roca y una antepuerta que a acceso a la
puerta principal protegida por una reja de acero ya desaparecida. La
defensa se basa en una estratégica ubicación de una roca parte la torre
del homenaje. Todo el perímetro del castillo tiene altos muros, con
numerosas saeteras, rematado por un cuerpo almenado.
En torno al amplio patio de armas quedan restos de sus antiguas dependencias como graneros, bodegas o estancias de servicios.
Desde la parte superior de la torre del homenaje y desde los tres
ventanales de sus muros, rematados por capiteles románicos, la vista de
la ciudad es excelente.
La torre del homenaje de este castillo ha tenido tres caídas
documentadas a lo largo de la historia. La última de ellas, acaecida en
1830 y con 30 víctimas mortales, tuvo que ver con la voladura de una de
las puertas de las murallas de la ciudad por parte del ejército de
Napoleón durante la guerra de la independencia.
La iglesia parroquial de San Vicente Mártir y San Sebastián es la iglesia que más resalta de las que tiene y tuvo la ciudad. Ubicada en un extremo del cortado rocoso, de su primitiva construcción románica sólo quedan algunos restos, ya que tras la caída de su torre en 1904 se levantó una nueva. Su portada principal hoy se exhibe en el Museo de los Claustros de Nueva York.
Entre los siglos XIV y XVI se añaden dos capillas a la nave
principal, la del Santo Cristo de las Tentaciones y la de la Visitación.
En el interior se pueden admirar retablos, altares, sepulcros,
pinturas, así como una amplia colección de imaginería religiosa. Está
situada en la plaza del Cardenal Benlloch.
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