PALACIO DE LOS LASSO en la Moreria.
En la plaza de la Paja, con vuelta a las calles de la Redondilla y Mancebos, estuvo la que fue magnífica casa palacio de los Lasso de Castilla. Derribada en 1880 para construir en su lugar varios edificios de viviendas. Tenía unos sesenta mil metros cuadrados de superficie y, según algunos autores, más de cien habitaciones.
Fue levantada en el siglo XIV, en los últimos años del reinado de Enrique IV, por don Pedro de Castilla, biznieto del rey don Pedro I, que casa con Catalina Lasso de MENDOZA , hija del señor de Mondéjar. Hacia 1490 mandó construir una enorme torre que fue derribada en 1816. El palacio lo heredó su hijo don Pedro Lasso de Castilla y en él residieron los Reyes Católicos, así como Fernando el Católico y su segunda mujer, Germana de Foix; Juana la Loca y su marido Felipe el Hermoso y, posteriormente, los regentes del reino el Cardenal Cisneros y el deán de Lovaina que llego a ser Papa con el nombre de Adriano VI. En el siglo XVI se construyó un pasadizo levadizo que unía el edificio a través de la citada torre con la iglesia de San Andrés para comunicar los aposentos de los Reyes Católicos con la tribuna de la iglesia. En 1611 el palacio pasó a sus primos los duques del Infantado, siendo derribado en 1882. En su solar, el marqués de Cubas, construyó, varios edificios de viviendas.
Ana de Mendoza y Carrillo, II señora de la Torre de Estebán Hambrán, casa con Pedro Laso de la Vega, V señor de Batres, señor de los Arcos y Cuerva, hijo de Garci Laso de la Vega, señor de las villas de los Arcos, y Cueva, Comendador mayor de León, del Consejo de Estado, sobrino nieto del I. conde de Feria, y de Sancha de Guzmán, IV señora de Batres, hija de Pedro de Guzmán, III señor de Batres, y de María de Ribera, con sucesión. Abuelos de los I condes de los Arcos.
Gómez Suárez de Figueroa, señor de Zafra y Feria, la Parra y Villalba, casó con Elvira Laso de la Vega, hija de Diego Hurtado de Mendoza y la Vega, Almirante mayor de Castilla, y de Leonor de la Vega, progenitores de los duques del Infantado; el hijo mayor Lorenzo sucedió en la casa de Figueroa y fue I conde de Feria; el hijosegundo tuvo que suceder en la casa de su madre, y casó con Blanca de Sotomayor, señora de la villas de los Arcos. Garci Laso de la Vega, señor de las villas de los Arcos, y Cueva, Comendador mayor de León, del Consejo de Estado, hijo de este matrimonio se unió con Sancha de Guzmán, IV señora de Batres, hija de Pedro de Guzmán, III señor de Batres, y de María de Ribera, y tuvo a Pedro Laso de la Vega,V señor de Batres, y a su hermano menor el poeta, Garcilaso de la Vega.
Los Reyes Católicos, muy amigos de don Pedro Lasso, que había sido uno de los principales defensores de Isabel frente a La Beltraneja, residieron en este palacio durante sus estancias en Madrid, y desde él, a través de un pasadizo elevado que mandaron construir, entraban directamente en la iglesia vecina de San Andrés, que de esta manera se convertía en capilla real.
EL POZO DE SANTO DOMINGO Y LA HUERTA DE LA REINA
Los terrenos señalados en morado estuvieron ocupados hasta el año 1868 por el antiguo convento de Santo Domingo, que de tener una pequeña extensión en el año de su fundación, 1218, pasó, tras sucesivas compras y cesiones, y en mayor medida con la donación de la llamada Huerta de la Reina, a cerrar entre sus tapias las calles que situamos entre la actuale plaza de Santo Domingo y parte de la actual de Oriente.
Y dice la tradición que nada más fundarse el convento, ante la necesidad que tenían las monjas dominicas de pagar a servidores que les trajeran el agua de los cercanos caños del Peral, el mismo Santo Domingo de Guzmán cavó un pozo en aquellas tierras, tan ricas en aguas subterráneas, para que tuvieran así agua para su servicio.
Este pozo, que es el que se conserva en la calle de Campomanes número 3, ha sido durante siglos lugar de peregrinación de los madrileños, que atribuían a sus aguas poderes curativos para diversas enfermedades. Hoy, allí permanece, sólo, tranquilo, olvidado en un rincón del patio, con sus trece metros de profundidad, sus aguas claras como en los tiempos monjiles y su brocal construido después de la guerra de la Independencia, ya que el primitivo lo destruyeron los franceses.
La llamada Huerta de la Reina era una extensa finca de recreo, con jardín y huerta, cerca del antiguo Alcázar que Alfonso VIII regaló a su esposa Leonor de Inglaterra. Ocupaba el grandísimo espacio que hoy tienen la plaza de Isabel II, parte de la de Oriente y la zona de la calle del Arenal hasta la actual de las Fuentes, que recibió este nombre cuando se abrió porque allí había una alameda, perteneciente al jardín, con ocho hermosas fuentes, rematadas con bustos de los ocho Alfonsos reyes de Castilla.
La finca se abastecía de agua de los caños del Peral, aguas que se filtraban a través de corrientes subterráneas desde la laguna de Luján en la actual plaza Mayor. Estos caños, que ya existían en tiempos de los árabes, alimentaban también unos baños y lavaderos públicos situados junto a la puerta de Valnadú.
Cuando Fernando III el Santo, en el año 1228, cedió todos estos terrenos a las monjas dominicas, el pueblo pasó a llamarlos Huerta de la Priora, y el convento, que ya había sido el primero de monjas fundado en España, se convirtió por muchos años en el de mayor extensión de Madrid.
En el Nuevo convento de Santo Domingo, en el 112 de la calle de Claudio Coello, se conserva una imagen donada por Constanza, nieta de Pedro I, que fue priora del convento en esta época.
La imagen, de unos 50 centímetros de altura, en madera policromada, representa a una Virgen sedente, en trono bajo, con proporciones perfectas en sus facciones, que mantiene sobre su pierna izquierda al Niño Jesús, levemente sostenido con el brazo materno, y alza una flor en su mano derecha. El vestido de la Virgen, con un gran broche circular en el cuello, se cubre con un manto que envuelve al propio Niño y que llega hasta los pies del trono, donde se alternan representaciones de castillos y leones heráldicos.
EL SALVADOR. Iglesia desaparecida en 1842.
La parroquia San Salvador, una de las más antiguas de Madrid, estaba en la calle Mayor, frente a la plaza de la Villa, haciendo esquina con la hoy calle de los Señores de Luzón. Este tramo de la calle Mayor era el de Platerías por estar aquí sus talleres artesanos. Parece que primeramente fue dedicada a Santa María Magdalena, pero cambió el nombre por la de "El Salvador" cuando —según se dice— San Isidro encontró a su burra junto a la puerta de la iglesia sana y salva, sin ninguna herida, después de haber sido atacada por un lobo. La efigie del altar mayor, San Eloy, fue realizada en 1640 por Juan Pascual de Mena y costeada por el gremio de los plateros.
En esta desaparecida iglesia estuvo enterrado Pedro Calderón de la Barca, que vivía en la calle Mayor, y cuyos restos sufrieron después accidentada peregrinación, siendo depositados finalmente en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, en la calle de San Bernardo. Incendiada y saqueada en 1936.
De antiguo, junto a la iglesia, en la plazuela de la Villa, solía celebrarse un mercado en el que sólo estaba permitido que compraran los hijosdalgo; el pueblo llano acudía a otro, que se instalaba en la plaza del Arrabal, hoy plaza Mayor.
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