Situado en lo limites del Parque Natural de los Volcanes
Casi 300 años atrás, los habitantes de Lanzarote miraban con terror las montañas rojas de Timanfaya.
Las erupciones volcánicas comenzaron a arrasar gran parte de la isla, mientras los vecinos trataban de salvar sus hogares. El municipio de Tinajo se vio amenazado entre 1730 y 1736, cuando la lava cubrió gran parte de la isla. Los vecinos, aferrándose a la última esperanza, imploraron a la Virgen. Ésta paró la lava y salvó Tinajo. El milagro se celebra desde entonces, desde hace casi tres siglos, y ahora, en 2010, miles de personas siguen peregrinando a la ermita de Mancha Blanca para arrodillarse ante la imagen de la Santa Patrona de Lanzarote.
Pese a que la Virgen de Los Dolores ha sido “siempre venerada por la iglesia”, tal y como explica el párroco de Tinajo, Santiago Quintana, en Lanzarote tiene un significado especial por lo que implicó su milagro. Hay que dar un salto al pasado para explicar de dónde surgió la gran veneración conejera por la Virgen. Se remonta a la época de las erupciones volcánicas y a la llegada a Tinajo de un franciscano, el “Padre Guardián”, que pedía al pueblo que se acogiera a la protección de Los Dolores, cuya fiesta acababa de conceder el Papa Clemente XII a España en 1735. La primera vez que se celebró esta fiesta religiosa fue el 15 de septiembre de 1736.
En esa época, el pueblo vivía con temor porque la lava se iba aproximando con rapidez al pueblo y amenazaba con arrasarlo. El franciscano propuso a los vecinos salir en procesión hacia Mancha Blanca portando la imagen de la Virgen de Los Dolores, que en ese momento se guardaba en la iglesia de San Roque.
Los vecinos llegaron a la montaña de Guiguán, donde prometieron a la Virgen construirle una ermita si ésta lograba parar las oleadas de fuego que venían de los volcanes. “Uno de los hombres se acercó a la lava y puso una cruz de madera. Ahí, la lava se paró”, explica el párroco Santiago Quintana. Tinajo entero gritó “milagro” al unísono. El pueblo se había salvado de la quema.
Sin embargo, pasó el tiempo y los vecinos de Tinajo olvidaron su promesa, olvidaron construir una ermita para la “milagrosa”. “Cuenta la historia, que a una niña pastora llamada Juana Rafaela se le apareció una mujer de negro cuando estaba en el campo y le dijo que recordara al pueblo la promesa que en su día hizo a la Virgen. La pequeña fue corriendo a contárselo a sus padres pero no le creyeron e incluso le abroncaron”, relata el actual párroco de Tinajo.
A los días, la niña volvió a tener una aparición. “Se le volvió a aparecer una mujer de negro y le dejó su mano grabada en la espalda para que le creyeran los vecinos”, cuenta la ex consejera de Cultura, Chana Perera. Entonces la creyeron. Sin embargo, esta niña de tan sólo 10 años no sabía quién era la señora que se le apareció en la montaña. “Le mostraron imágenes y cuando vio a la Virgen de Los Dolores enmudeció. Era ella”, señala Perera.
Por ello, el pueblo comenzó a construir la iglesia. “Desde entonces, la ermita siempre ha estado abierta, excepto cuando ha experimentado reformas”, indica el párroco. Y es que la veneración a la Virgen ha sobrevivido al tiempo y a la historia, según Santiago Quintana, porque “el ser humano lleva en sí una dimensión trascendente”. “La Virgen representa en Lanzarote algo muy bonito, y es el sentido de madre, la madre de Los Dolores, un sentido de maternidad. Por eso ha perdurado durante el tiempo”, teoriza este religioso.
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