La villa romana del Casale es una villa tardo-romana cuyosrestos se sitúan en la localidad siciliana de Piazza Armerina.
Desde 1997 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la
Unesco.
Es famosa sobre todo por la excepcional colección de
mosaicos que alberga, perfectamente conservados a través del tiempo gracias a
una capa de barro, producto de una inundación antigua.
Aunque las primeras excavaciones se iniciaron a finales del
siglo XIX, dándose por finalizadas en el año 1929 en un primer momento, y
posteriormente en 1935, sin que se hubieran obtenido resultados satisfactorios,
el descubrimiento efectivo de la villa y del extraordinario conjunto de
mosaicos que alberga se debe a Gino Vinicio Gentili, arqueólogo italiano, que
en 1950 retomó las excavaciones en la zona, basándose en las indicaciones que
le habían proporcionado los habitantes del lugar.
Basándose principalmente en el estilo de los mosaicos que de
manera tan profusa se pudieron encontrar, la villa recién descubierta fue
fechada en un primer momento en la primera mitad del siglo IV. Posteriores
estudios, sin embargo, han permitido afinar más la datación, situándola entre
los años 285 y 305. En un primer momento se estimó que el tiempo de
construcción de la villa fue de unos cincuenta años, siendo prolongado luego
hasta los ochenta, y posteriormente reducidos a cinco o diez años. Hoy en día
se tiende a considerar un duración relativamente corta de las labores de
edificación.
Entre los restos de la villa se individualizan cuatro
núcleos diferentes, con decoraciones diversas, pero estrechamente conectadas
entre sí:
Entrada monumental o atrio;
Cuerpo central de la villa, organizado en torno a un
peristilo cuadrangular, con jardín y estanque en el centro;
Complejo del triclinium precedida de un peristilo ovoide
circundado a su vez por un grupo de estancias;
Complejo termal, con acceso desde la zona noroccidental del
peristilo cuadrangular.
Muchas de las estancias de la residencia presentan el
pavimento decorado con mosaicos, formados por teselas coloreadas.
Las diferencias estilísticas de los diversos habitáculos son
evidentes. Esto, sin embargo, no indica necesariamente una ejecución realizada
en diferentes épocas, sino que denota más probablemente la ejecución de los
mismos por maestros artesanos diferentes.
Durante los primeros dos siglos del Imperio romano, la isla
de Sicilia había atravesado una fase de depresión económica, debido al sistema
de producción latifundista, basado en el trabajo de los esclavos. La vida
urbana había sufrido un declive y el campo se había desertizado. La Sicilia
rural entró en un nuevo periodo de prosperidad al inicio del siglo IV, con una
expansión del comercio. Restos de esa actividad, son aún visibles en
localidades como Filosofiana, Sciacca, Punta Secca y Naxos. Una señal evidente
de trasformación lo constituye el hecho del nuevo título asignado al gobernador
de la isla, que de corrector pasa a ser llamado consularis.
Los motivos parece que fueron de dos tipos: por un lado la
renovada importancia de las provincias del África proconsular, como granero de
Roma, después de que la producción de Egipto fuera transferida a
Constantinopla, nueva capital imperial desde el 330. Sicilia asumió así un
nuevo papel central en las rutas comerciales entre los dos continentes. En
segundo lugar, los caballeros y senadores romanos, comenzaron a abandonar la
vida urbana, retirándose a sus posesiones en el campo, a causa de la creciente
presión fiscal, y de los gastos que estaban obligados a soportar para el
mantenimiento del aparato público de la ciudad. De este modo, los propietarios
comenzaron a ocuparse de manera personal de la explotación de sus propias
tierras, que se cultivaban no ya con la mano de obra de los esclavos, sino con
colonos. Grandes sumas de dinero fueron destinadas a engrandecer y embellecer
las residencias fuera de las ciudades.
La cuestión de la identificación del propietario ha sido muy
discutida, estableciéndose numerosas hipótesis. Según una primera teoría, el
propietario de la villa habría sido el tetrarca Maximiano (285–305), que se
habría retirado aquí después de su abdicación. Los estudios posteriores han
demostrado, sin embargo, que Maximiano pasó sus últimos años en la Campania, y no
en Sicilia. Estudios más recientes han apuntado la posibilidad de que el
propietario de la villa pudiera haber sido Majencio (305–312), hijo de
Maximiano.
Realmente no hay ningún indicio que nos obligue a ver en la
villa de Piazza Armerina una residencia imperial. En los últimos años, las
excavaciones han demostrado que la posesión de suntuosas residencias era un
fenómeno muy extendido en la época que nos ocupa entre la alta aristocracia
romana.
La hipótesis más
acreditada actualmente identifica al propietario con una prestigiosa figura de
la época de Constantino, Lucio Aradio Valerio Próculo Populonio, gobernador de
Sicilia entre los años 327 y 331 y cónsul romano en el año 340. Los juegos que
había organizado en Roma en el 320, mientras desempeñaba el cargo de pretor,
fueron tan fastuosos que su fama duró durante mucho tiempo, y quizá alguna de
las representaciones de los mosaicos de la villa (la gran caza, los juegos del
circo) sean un intento de evocación de aquel evento.
Otras teorías apuntan a los siguientes personajes, como
candidatos al título de propietarios de la villa:
Gaio Ceionio Rufo Volusiano prefecto urbano y cónsul bajo
Majencio y Constantino (306–337), que tenía grandes propiedades en África, de
donde era originario;
un procurator imperial, Ceiono Lampadio, hijo de Volusiano
Lampadio, prefecto bajo Constancio II (353–359);
Memmio Vitrasio Orfito, prefecto urbano bajo Constancio II
(353–359), y gobernador en Sicilia. Era la persona encargada del transporte por
nave de los animales provenientes de las provincias africanas y orientales.
Según una crónica coetánea de Amiano Marcelino, a él se debe la erección en el
Circo Máximo del conocido actualmente como obelisco Lateranense, el cual podría
estar representado en unos de los mosaicos de la zona de los gimnasios de la
villa;
Claudio Mamertino, famoso rector de los tiempos del
emperador Juliano (361–363);
Virio Nicomaco Flaviano el joven, un aristócrata romano que
vivió a caballo de los siglos IV y V, quién según algún testimonio había corregido
la obra Annales de Tito Livio mientras residía en alguna localidad siciliana no
distante de Enna.
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