Gómez
Carrillo de Albornoz. Protonotario, Canónigo y Tesorero de la Catedral de
Cuenca
Arquitectura y
poder: espacios emblemáticos del linaje Albornoz en la ciudad de Cuenca. Pedro
Miguel Ibáñez Martínez
Historia y Arte
en las Catedrales de España. Narciso Casas, 20113
Luz Rokiski Lázaro.
Arquitectura del siglo XVI en Cuenca, 1985 y La escultura del primer tercio del
siglo XVI en Cuenca de 1996 de la misma autora
Vivian los Carrillo de Albornoz en casa
palacio situado en el lugar que ahora ocupa la Audiencia Provincial de Cuenca, junto
a la Fuente del Escardillo y la Puerta de San Juan. De esta casa palacio solo
han quedado las columnas del patio de la Audiencia tras ser derruida en 1970.
Recibe el nombre de El Cuarterón la casa
solariega de los Albornoz en la Ronda de
Julián Romero o del Huécar, en la parte alta del casco Antiguo. Situada un poco
más arriba de la Catedral. Más abajo de la Catedral tenía su casa el canónigo
Gómez Carrillo de Albornoz y Mendoza. Llamada Casa del Canónigo o Casa Curato
de San Martín, ahora sede del Museo Arqueológico de Cuenca. La Casa de los
Carillo de Albornoz fue propiedad de los que son sus herederos desde el siglo
XVIII los duques del Infantado[1].
La Capilla de los Caballeros fue construida
en uno de los ábsides laterales de la Catedral. Tuvo que ser reedificada en los
primeros años del siglo XVI tras las
obras de la girola que se llevaron a cabo a mediados del siglo XV. En el año 1448 se modifica la cabecera
de la Catedral, levantándose una girola similar a la de Toledo
Se ubica la Capilla en la zona de
encuentro de la Girola y la nave del Evangelio, formando un rincón y poseyendo
dos entradas a la misma, una con reja y otra con puerta labrada en alabastro. Del trabajo en la Capilla
de los Caballeros se encarga Antonio Flórez, maestro entallador[2].
La fábrica de la Capilla es protorrenacentista, siendo su estructura gótica y
la decoración plateresca. Comenzaron las obras entre 1520 y 1525 siendo
terminadas en 1531. Antonio Florez también
trabaja en Capilla de los Apóstoles
fundada por el Chantre de la Catedral, García de Villarreal, en 1528. Con el trabajan Cristóbal de Andino, Martín
Gómez el Viejo, Gonzalo de Castro y Pedro de Castro[3].
De las obras de
reconstrucción de la Capilla de los Caballeros se encarga Gómez Carrillo
de Albornoz, hijo natural de Pedro Carrillo de Albornoz y Toledo. Tuvo D. Pedro,
además, fuera de matrimonio, a Gómez Carrillo, Canónigo de la iglesia de
Cuenca; Gonzalo Carrillo, Garci Lasso de la Vega y Fray Francisco, Religioso;
los tres primeros los nombra su padre en el testamento. Con Gómez interviene en
las obras su hermano Luis en 1517.
Gómez Carrillo de Albornoz estudia
en Colegio de los Españoles de Bolonia, que había fundado su antepasado el
cardenal Gil de Albornoz, hijo del cuarto señor de Albornoz. Estuvo en Bolonia desde
1486 hasta 1498 y fue en el centro: rector,
consiliario, consiliario médico y visitador extraordinario. Su larga estancia
en Italia influye en las ideas de Gómez para rehacer la capilla familiar donde vemos
reflejado el estilo plateresco clasicista.
Sabemos
que Pedro Carrillo de Albornoz. Alcalde Mayor de
los Hijosdalgo de Castilla. Dio muerte a su hermano Juan por maltratar a su
madre, obteniendo el perdón de los Reyes Católicos. Casó con Mencía de Mendoza
y Quiñones, hermana del segundo conde de Tendilla y primer marqués de Mondejar[4]. Fueron
padres, entre otros, de Luis Carrillo
de Albornoz su primogénito y sucesor, y de Alonso Carrillo de Albornoz, obispo de Ávila[5]. Lo
encontramos como hijo de sexto hijo de Gómez Carrillo de Albornoz, consejero de
Juan II y Enrique IV, y de Teresa de Toledo, hermana del primer duque de Alba.
Este matrimonio son los abuelos paternos del Obispo y tiene un hijo tambien
llamdo Alonso Carrillo de
Albornoz que fue canónigo de Cuenca y es tío paterno del obispo de
Avila.
Gómez Carrillo de Albornoz es hermano
de Luis Carrillo de Albornoz y Toledo, que sigue como cabeza de la familia Albornoz
de Cuenca. Luis tenía por tanto el patronato de la Capilla de los Caballeros de la familia Albornoz de la
catedral de Cuenca. La jefatura de linaje Albornoz pasa a sus parientes de
apellido Carrillo de Albornoz cuando mueren sin descendencia María y Beatriz de
Albornoz, ultimas señoras de Albornoz, a fines del siglo XIV.
A la muerte de Luis Carrillo de Albornoz sin descendencia
masculina, le sucedió en el título su hija primogénita, Mencía Carrillo de
Albornoz y Barrientos, esposa de Gutierre de Cárdenas, señor de Colmenar, hijo
del duque de Maqueda. Otra de sus hijas, Juana Carrillo de Albornoz, casa con
Fernando Carrillo de Mendoza, conde de Priego. Con sucesión el segundo matrimonio como condes
de Priego[6]. Juan de Cárdenas, hija
de Mencia Carrillo de Albornoz, es madre de Sancha de Mendoza en quien sigue el linaje
Carrillo de Albornoz. Casó con Francisco Centurión, hermano del marqués de
Estepa, Sevilla. En los marqueses de Estepa está la sucesión del linaje
Carrillo de Albornoz. El titulo de Estepa cae en la Casa del Infantado en el
siglo XVIII y los Infantado serán dueños de los bienes Carrillo de Albornoz.
Entre estos bienes la casa de Cuenca que es derruida en 1970 y sobre ella se
levanta la el edificio de la Audiencia Provincial de Cuenca.
La Capilla de los Caballeros
reúne varias obras de arte, incluyendo sus dos rejas. Debe su nombre a la
inscripción que podemos leer sobre su puerta plateresca DEVICTIS MILITIBUS
MORS TRIUMPHAT, la muerte triunfa siempre sobre los caballeros. Esta portada
está trabajada en piedra blanca y ornamentada con motivos alegóricos alusivos a
los caballeros y a la muerte. Sin olvidar el esqueleto con su guadaña sobre
el frontón triangular que cierra esta portada para recordarnos la acción
desoladora de la muerte, triunfante siempre de la vida.
La Capilla
de los Caballeros se funda en el siglo XIV como panteón familiar de la familia
Albornoz. Es la capilla más importante de la Catedral. Fundada en el siglo XIV
por don García Alvarez de Albornoz y su esposa doña Teresa de Luna, cuartos señores
de Albornoz. Fundada bajo la advocación de Santa María de la Seo. Levantada en
uno de los ábsides de la catedral que fueron destruidos para construir la doble
girola a mediados del siglo XV.
En ella
fueron enterrados los fundadores y tambien su hijo Alvar García de Albornoz y
Luna, quinto señor de Albornoz[7]. García Alvarez de
Albornoz y su hijo Alvar estan sepultados con estatuas yacentes de alabastro realizadas
en el siglo XVI durante la reforma de la capilla. En los sepulcros de García
Álvarez de Albornoz y de su hijo Alvar García de Albornoz, los personajes van
vestidos con sus respectivas armaduras de caballeros. Colocadas sobre los
sepulcros e incrustadas en los muros se encuentran dos placas en bronce que nombres
de los personajes enterrados en la Capilla. El
sepulcro de la Fundadora es una impactante losa por debajo el nivel del suelo
actual. En esta losa vemos la imagen de Teresa de Albornoz vestida con ropajes
negros tallados en pizarra y alabastro. Se considera fue costeado por su hijo
el arzobispo y cardenal don Gil de Albornoz y Luna[8]. Pedro
Carrillo de Albornoz padre de Gomez y de Luis Carrillo de Albornoz, los
reformadores de la Capilla, muere en 1493 y tambien fue enterrado en la capilla
de los Caballeros. En esta capilla está el sepulcro del obispo Antonio Palafox,
colocado en el siglo XIX. El sepulcro del obispo Palafox está formado por una
urna de mármol rojo, con las insignias episcopales en su frente, y entre dos
jaspeadas columnas dóricas figura la placa con la leyenda conmemorativa de este
enterramiento
Además de las esplendidas rejas con escudos de los
Albornoz, obra de Esteban Lemosín, podemos ver dos retablos obra de FernandoYañez de la Almedina. El primero es el retablo de la Adoración de los Reyes, el
segundo el retablo de La Piedad[9] y
el tercero al fondo de la Capilla, el retablo mayor, de 1526, cuya tabla
central representa la Crucifixión del Señor es obra de Martín Gómez, el Viejo, seguidor
de Yáñez de la Almedina. A los pies del altar de La Piedad se encuentra una lápida de
mármol blanco que muestra en relieve la figura del Canónigo y Tesorero Gómez
Carrillo de Albornoz, enterrado bajo ella, y cuenta con la siguiente
inscripción: Peccator Thesaurarius - migravit anno D. MDXXXVI Die
XII SE...., sin encontrarse
legible el resto por estar empotrada la piedra bajo la mesa del altar. Los marcos
platerescos originales de retablo de la Adoración de los Reyes y del retablo de
La Piedad son obra de Antonio Flórez.
Fernando Yáñez de la Almedina está
considerado por muchos historiadores como el pintor español más importante del
Renacimiento. Fue
uno de los principales introductores en
España de las fórmulas propias del cuatrocento italiano, que había aprendido
del propio Leonardo da Vinci, con el que pudo haber colaborado incluso en la
desaparecida “Batalla de Anghieri”, y también, según algunos
autores, de Rafael. Aunque después de su regreso de Italia, el artista había
estado trabajando antes en Valencia, con Hernando de los Llanos, no sería
extraño que el propio Carrillo de Albornoz pudiera haberlo conocido en la
propia península italiana, y que sería este hecho el que le hubiera movido al
sacerdote conquense a reclamarle, entre 1525 y 1531, a la ciudad del Turia,
donde entonces se encontraba, para que pudiera terminar la decoración pictórica
de su capilla. En este sentido, otros críticos también ven en su obra reminiscencias
del pintor italiano Filippino Lippi, lo que nos lleva a pensar en su estancia no
sólo en Florencia, sino también en Roma.
Fernando Yáñez de la Almedina,
(Almedina, Ciudad Real, h. 1475-1540). Pintor español. Puede ser considerado el
«más exquisito pintor del Renacimiento en España». Se le cita por vez primera
en unas Relaciones de los pueblos de España (1575), en la misma Almedina, como
«licenciado Yánez». Documentado en Cuenca a partir del 1525. Se encarga del
Retablo de la Crucifixión de la capilla de los Caballeros de la catedral. El
estilo leonardesco se manifiesta en la Epifanía de la capilla de los Caballeros
de la catedral de Cuenca, de la que Antonio Ponz, cuando todavía se desconocía
su autoría, escribió que si no era de Leonardo da Vinci había de ser «de algún
célebre hombre de los que iban a estudiar su obra a Florencia». Del análisis de
las pinturas ejecutadas en solitario al final de sus carreras se desprende un
mejor conocimiento de la pintura italiana de finales de quattrocento por parte
de Yáñez, quien maneja con soltura y combina con acierto en sus pinturas de la
capilla de los Caballeros de la catedral de Cuenca modelos tanto de Leonardo
como de Filippino Lippi, que parecen exigir una estancia en Roma previa a su
paso por Florencia. La muerte de Lippi en 1504 y el abandono de la proyectada
Batalla de Anghieri por Leonardo, que parte para Milán en mayo de 1506,
explicarían el retorno a la península. En 1525 se encontraba en Cuenca, donde
otorgó poder, declarándose vecino de Almedina, para cobrar ciertas deudas que
tenía pendientes en Valencia, poniéndose de manifiesto que, a pesar del
traslado a su localidad natal, no había perdido el contacto con Valencia. De
1526 a 1531 trabajó en la catedral de Cuenca en la capilla de los Albornoz y de
los Carrillo de Albornoz, llamada de los Caballeros. En 1532 reaparece en
Almedina como compadre en un bautizo, lo que se va a repetir en los años
siguientes hasta octubre de 1537, fecha de la última referencia documental
disponible. En el mes de enero de 1536, en una visita hecha a Almedina por los
comisionados de la Orden de Santiago, se citaba a «Hernandiañez» entre los
vecinos «de cuantía» de la localidad, lo que habitualmente implicaba un
reconocimiento de hidalguía. Yáñez, que tuvo cuatro hijos, aparece documentado
en Almedina hasta 1537, dedicándose por completo al desaparecido retablo mayor
de su pueblo natal. Introductor de las fórmulas quattrocentistas italianas en
Valencia y Castilla la Nueva. Su conocimiento de la pintura de Leonardo da
Vinci, con quien pudo colaborar en el perdido mural de La batalla de Anghieri,
conjugando su influencia con la de otros pintores italianos como Filippo Lippi
o Perugino, se pone de manifiesto tanto en el conjunto de su producción
pictórica como en sus dibujos del Museo
del Louvre y en la labor de sus seguidores directos, como el conquense Martín
Gómez el Viejo.
[1] Los Carrillo de
Albornoz terminan sin sucesión masculina en la línea primogénita y la sucesión
pasa a mediados del siglo XVII a sus primos los marqueses de Estepa que también
asumen la Alcaldía de los Hijosdalgo. Serán luego los Infantado también
marqueses de Estepa. Por ello la Casa de los Carrillo de Albornoz en Cuenca fue
propiedad de los duques del Infantado, marqueses de Estepa, desde el siglo XIX.
Arquitectura y poder: espacios emblemáticos del linaje Albornoz en la ciudad de
Cuenca. Pedro Miguel Ibáñez Martínez. Universidad de Castilla La Mancha. 2003
[2]
Alrededor de 1518 vino a Cuenca el entallador Francisco de Coca, procedía de
Sigüenza, en cuya catedral había participado en la realización de la sillería
del coro. Había nacido en Coca en 1466. Era hijo de Juan García Hernández y de
Catalina Sánchez y nieto de maestre Juan, un pintor flamenco que vivía en Coca.
Contrajo matrimonio con Francisca Rodríguez y de esta unión nacieron tres
hijos, Catalina, que casó con el maestro de cantería y entallador Antonio
Flórez, Francisca, que lo hizo con el carpintero Pedro Suárez y Diego, que fue
organista y vihuelista.
[3] La Capilla de
los Apóstoles fue fundada en el siglo XVI por el
chantre García de Villarreal. La obra de la capilla se inició en 1528 a cargo
de Antonio Flórez y Juan de Alviz. La portada se organiza dentro del más puro
estilo renacentista. Su pórtico de entrada es majestuoso y está realizado en
piedra labrada con reja de Cristóbal de Andino, de estilo plateresco. El altar
principal dispone de un retablo central con esculturas de talla policromada y
pinturas, del siglo XVI. También existen pinturas del siglo XVI en el altar
situado a la derecha también llamado de la Virgen de la Salud, obra de Andrés
de Vargas. El altar de la izquierda fue trazado por José Martín de Aldehuela,
mientras que la reja del comulgatorio es de Alonso Beltrán, en el más puro
estilo conquense de círculos secantes formando estrellas. Las pilastras y
columnas no abundan en decoración puesto que ésta se traslada hacia lugares
secundarios.
[4]
Íñigo López de Mendoza y Quiñones, 1440- 1515,
fue el primer marqués de Mondejar y segundo conde de Tendilla, conocido como El
Gran Tendilla. Sobrino paterno del primer duque del Infantado y del Cardenal
Mendoza. Hijo de Íñigo López de Mendoza
y Figueroa, primer conde de Tendilla, y nieto paterno del poeta y poderoso
señor Íñigo López de Mendoza, el marqués de Santillana.
[5] Alonso Carrillo
de Albornoz, muere en 1514. Fue canónigo de Toledo, visitador y reformador de
la orden de San Benito en España, obispo de Catania entre 1486-96. Durante este
tiempo, volvió a Castilla para reformar algunos monasterios benedictinos,
misión que le fue encomendada por el Papa Inocencio VIII, a instancias de los
Reyes Católicos. Durante este período de retorno a Castilla, realizó
inspecciones a diversas universidades en las que había habido denuncias por
parte de los corregidores reales sobre la mala praxis y la conducta indigna de
los frailes. En 1496 fue nombrado obispo de Ávila, cargo que ocupó hasta la
fecha de su muerte, así como el de presidente de la chancillería de Ciudad Real
en 1494, y más tarde de la de Granada, en 1505. Fue enterrado en la capilla de
San Ildefonso de la catedral de Toledo, con el beneplácito del cardenal
Cisneros.
[6] Juana Carrillo
de Mendoza casa con Fernando Carrillo de Mendoza, VII conde de Priego, señor de
Escavas y Cañaveras, señor de las escribanías públicas, del pontazgo y de las
penas de cámara de la ciudad de Guadalajara, embajador del rey Felipe II en
Portugal, Asistente de Sevilla, Mayordomo mayor de Juan de Austria, con quien
se halló en Lepanto, con sucesión en los condes de Priego.
[7] García Álvarez
de Albornoz, cuarto señor de Albornoz. Muere en 1328, sepultado en la Catedral
de Cuenca. Casó con Teresa Luna, fallecida en 1362. Hermana de Jimeno de Luna,
arzobispo de Toledo, de Pedro de Luna Ricohombre de Aragón, y de Juan Martínez
de Luna padre del Papa Luna y bisabuelo del condestable de Castilla Álvaro de
Luna. Padres de Alvar García de Albornoz el Viejo, señor de Albornoz;
[8] Gil Álvarez de
Albornoz, nacido en 1310, fallecido el 24-VIII-1367 en Viterbo, Italia.
Arzobispo de Toledo 1337, Cardenal de Santa Sabina 1351; fundador del Colegio Español
de Bolonia, Italia.
[9]
Los cuadros de la Piedad y
la Adoración de los Magos, pintadas por Fernando Yáñez hacia 1525-1532 para la
capilla de los Caballeros de la Catedral de Cuenca han sido recientemente restaurados
por el restaurador Luis Priego, ayudado por su equipo de colaboradores. La
restauración ha sido producto de un convenio firmado entre el Obispado de
Cuenca y la empresa pública Canal de Isabel II de Madrid, que ha financiado los
trabajos.
Martín
Gómez el Viejo (c. 1500 – 1562) fue un pintor renacentista español activo en
Cuenca, cabeza de una dinastía de artistas que culmina con el arquitecto Juan
Gómez de Mora.
Juan Gómez de Mora, nació en Cuenca en 1586 y muere en Madrid en 1648.
Las noticias documentales acerca de
Martín Gómez arrancan de la carta de dote, que el pintor no pudo firmar por no
saber escribir, fechada en abril de 1526. Se sabe por ella que era hijo de
Julián Gómez, vecino de la villa de San Clemente de la que probablemente fuese
natural. Contrajo matrimonio con Catalina de Castro, hija del pintor Gonzalo de
Castro, con domicilio en el barrio de San Esteban de Cuenca.1 Con su suegro y
sus cuñados, Diego y Pedro de Castro, integró el taller más activo de la
diócesis, a cuyo frente se situó a la muerte de Gonzalo de Castro en 1535.
Con Catalina de Castro tuvo tres hijos,
Gonzalo y Julián, también pintores, y Catalina, que casó con Mateo Calvete,
procurador.
A su muerte (1562), continuó con el taller Gonzalo, nacido en 1531
y desde 1552 asociado artísticamente con su padre en obras como el retablo de
los Santos Mateo y Lorenzo de la catedral de Cuenca.
La incorporación de Martín Gómez al
taller de Gonzalo de Castro queda confirmada por un documento de poder otorgado
en 1532 a su suegro, junto con sus cuñados y firmado por él, que entre tanto
había aprendido a escribir, para que contratase la pintura y dorado del retablo
de la iglesia parroquial de Horche, en la actual provincia de Guadalajara.
Tanto este como el resto de los retablos documentados en estos años se han
perdido, conservándose únicamente el de Valdecabras, en el que trabajaba el
equipo en el momento de morir Gonzalo de Castro. La asimilación de los modelos
de Fernando Yáñez de la Almedina, presente en Cuenca entre 1525 y 1531, es ya
manifiesta en este retablo y ha de deberse a la intervención de Martín Gómez
más que a la del viejo Castro. Algunas tablas, como las de David e Isaías,
parecen incluso directamente copiadas de los paneles del retablo de la
Crucifixión pintado por Yáñez para la catedral conquense.
Ya en solitario y a partir de 1547,
cuando percibió alguna cantidad por el retablo de escultura de la capilla de
Santiago de la catedral, limitada su participación al dorado, monopolizará los
trabajos de pintura en el templo catedralicio: retablos del Cabildo, 1548-1549,
y de san Mateo y san Lorenzo, 1553-1554. De este momento y pintada también para
la catedral ha de ser la Presentación del Niño Jesús en el templo (Museo
Diocesano), la obra más célebre y de mayor nivel del pintor, a la vez que la
más cercana a Yáñez de la Almedina, a quien en ocasiones se ha atribuido.4 Al
margen de estas obras para la catedral, y junto a otros trabajos menores, en
1550 contrató un retablo de San Juan Evangelista para el convento de Santo
Domingo, a costa de la capellanía fundada por Francisco Hernández, fallecido en
las Indias, del que se conserva la tabla central en el Palacio Episcopal.
La última obra documentada, de lo
conservado, es el retablo de la parroquial de Castillejo del Romeral, asentado
y tasado en 1555 por lo que debió de ser pintado inmediatamente antes.
Desmembrado y sustituido por otro barroco, restan cuatro tablas en el muro de
la Epístola de la propia iglesia, dos en formato rectangular, con la Adoración
de los Reyes y una nueva versión de la Presentación más recogida que la
anterior pero con rica ornamentación renacentista, como por ejemplo en los
angelotes del ara del altar, que debió de tomar de estampas, y dos tondos con
las imágenes de los santos Juan Bautista y Antonio Abad.
Entre las obras atribuidas cabe destacar
la copia de la Piedad de Sebastiano del Piombo procedente de la cárcel de
Cuenca y propiedad del Ministerio de Justicia. La pintura original, sobre
pizarra, fue pintada para Francisco de los Cobos con destino a su Sacra Capilla
del Salvador de Úbeda y no se completó antes de 1539, por lo que hay que
descartar totalmente la posibilidad de que la copia fuese ejecutada por Yáñez,
como alguna vez se ha supuesto a la vista de la figura de San Juan Evangelista,
situada tras la Virgen y mal encajada en la composición, que no aparece en el
cuadro original de Piombo y recuerda al contrario imágenes semejantes del
pintor de la Almedina. La copia atribuida a Gómez conserva el marco original,
con una inscripción tomada de las Lamentaciones de Jeremías, lo que permite
descartar que fuese parte de un retablo, pero pudiera tratarse de la pintura
que el ayuntamiento le encargó en 1549 para el altar de Nuestra Señora de la
Piedad de la catedral, «que es a cargo de esta çibdad».
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