Río Matapán
Diego Muñoz y su esposa Elo declaran en 1037 poseer un
monasterio dedicado al obispo San Clemente en Ribarredonda[1], tal monasterio con su
coto y una larga relación de bienes en otros pueblos de la Bureba se lo entrega
el matrimonio, de acuerdo con sus sobrinos, al abad don Gómez y a sus monjes de
San Millán de la Cogolla. Entre esos bienes se menciona una tierra en el puente
de Fuentebureba. Este puente se debía encontrar sobre el río Matapán y
parece hacer alusión al que está hoy cercano a la fuente y antiguo lavadero
municipal.
En 1058,
Pedro Muñoz, de la familia que en 1037 hizo la donación a San Millán del
monasterio de San Clemente, repite su generosidad entregando la hacienda que ha
sido recibida de sus tíos.
Durante el
reinado de Sancho III y de su hijo Alfonso VIII se encuentran referencias de
Fuentebureba. Así en febrero de 1158, estando el rey don Sancho en Soria,
queriendo premiar los excelentes servicios que le había prestado el caballero
Munio García de Quintanillabón le regala toda la hacienda que posee en
Fuentebureba-Fonte Burova- y que antes había tenido don Pedro Carrillo.
En Ribarredonda existieron
dos monasterios de carácter familiar,
uno titulado de San Clemente y otro de San Antonino. El monasterio
familiar lo fundada una familia en la
que algunos de sus miembros separaba una parte de sus bienes como dote. Uno de
ellos, sacerdote, era señalado como abad y con otros, pocos, familiares y
amigos, formaban una comunidad que prometía cumplir alguna de las reglas
monásticas de fundación monacal. Estos monasterios solían ser absorbidos por
otros más importantes en la zona.
En 1058, el monasterio de San
Antonino es también agregado a San Millán de la Cogolla. La donación la realiza
su propietario, el sacerdote Fernando que profesa en San Millán
El monasterio de San Millán de la
Cogolla llegó a tener 78 monasterios agregados[2].
[1] La Villa de Santa María
Ribarredonda está situada en la comarca burgalesa de la Bureba.
[2] El monasterio de San Millán y sus monasterios
filiales. Gonzalo Martínez Díez, 1997. La documentación emilianense es la más importante para investigar los
orígenes de Castilla y la primera historia del condado anterior al año 900.
Pero ante la presencia en esa documentación de diplomas forjados en siglos
posteriores resulta absolutamente necesario un examen crítico de la misma. Es
lo que se hace en esta colaboración señalando los bloques de apócrifos
atribuidos a los condes Fernán González y García Fernández y al rey pamplonés
García Sánchez. Como razón de esta forja de apócrifos se apunta la incorporación
a san Millán por el rey García de Nájera de varias docenas de monasterios con
todos sus bienes en La Rioja, Castilla y Vizcaya, pero sin documentos
acreditativos de esas propiedades. Los monjes, ya bajo el influjo cluniacense,
al ordenar su archivo a mediados del siglo XII notaron esa falta y no dudaron
en fabricar los títulos que podían acreditar documentalmente las propiedades
del monasterio.
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