A principios del siglo XVI, la ciudad de Cuenca carecía de
un «alhorí», también llamado Alhóndiga o Pósito; este término, que procede del
árabe, es el más empleado en los documentos de ese siglo que se conservan en la
ciudad en el siglo XVI.
Para terminar con esta carencia, el Concejo acordó
construir uno en el Campo de San Francisco, extramuros de la ciudad, no muy
lejos de la Puerta de Valencia.
Cuando ese alhorí dejó de funcionar como tal, ya se había
erigido en Cuenca otro edificio destinado al mismo fin.
En
efecto, en los últimos años del siglo XVI, el Ayuntamiento encargó al
maestro de cantería don Pedro López de la Vaca, la construcción de un nuevo
alhorí, que se alzó intramuros de la ciudad apoyado en la muralla, al lado de
la Puerta del Postigo.
Este edificio, que fue remodelado en el siglo XVIII, es una
de las estructuras más interesantes que tiene la ciudad, por lo raro de la
misma.
El nombre con el que se le conoce desde el siglo XVI,
alhorí, indica que cumplió la función de silo para el grano; razón por la cual sus
muros presentan un extraordinario grosor.
La planta baja queda dividida en dos largas y estrechas
naves, cerradas por una potente bóveda de medio cañón que arranca del suelo.
La planta superior, con tres pilares que cargan sobre el
medianero de la baja, se muestra más ligera; lo que nos hace pensar que tal vez
en el siglo XVIII, época a la que corresponde el aspecto actual del edificio,
fue utilizada como depósito de otras mercaderías (distintas del cereal), que no
necesitaban de tan fuertes muros ni de una nítida división de espacio. Se cubre
con bóveda de lunetos. Los dos primeros tramos que tienen acceso directo desde
la calle, debían de servir para funciones administrativas.
La fachada presenta un despiece de sillares, pintados
conforme a lo que es costumbre en Cuenca en el siglo XVIII. También tienen
decoración pictórica las ventanas y los tres escudos que campean en la fachada.
La puerta, de arco de medio punto y sillería almohadillada, está descentrada.
En 1906, el Arquitecto Elicio González llevó a cabo unas
obras para mejorar la subida del Postigo, que también afectaron a la fachada
del Pósito.
Desde tiempos recientes, el edificio ha venido siendo
utilizado como Museo Arqueológico y Conservatorio de Música.
Las esmeradas instrucciones del maestro cantero
Pedro López de la Vaca posibilitaron el levantamiento de este edificio
municipal en 1569. Gracias al rendimiento de los campos cerealeros de la
comarca, fueron muchas las fanegas de grano que llegaron al lugar, usado en
principio como lonja y luego como almacén del Pósito Real. Lamentablemente, esa
fecundidad agrícola se vio interrumpida y finalmente fue un regimiento militar
el que hizo uso del Almudí en el siglo xvii. Mediante una
serie de modificaciones arquitectónicas efectuadas durante la centuria
siguiente, la edificación admitió las ventajas del rococó. Aún hoy es admirable
el uso que hicieron los alarifes de la sillería y la mampostería. No en vano,
las dependencias del Almudí acogen hoy diversos actos culturales e
institucionales, mejorados sin duda por el marco que acá se impone.
En el edificio del antiguo pósito, luego cuartel de reclutamiento,
una vez derribado se levanta a mediados del siglo XX el nuevo edificio para la parroquia
de San Esteban Protomártir.
La primera fue construida dentro del recinto amurallado y
cerca de la Puerta de Valencia. Se desconoce la fecha exacta de su construcción
y es uno de los edificios más enigmáticos de la ciudad, pues hoy nada queda del
primitivo templo.
De hecho la Parroquia de San Esteban ha tenido su sede en,
al menos, cuatro ubicaciones distintas.
Vicente Busquets, Cura propio de San Esteban Protomártir,
escribía en el libro XV de Bautismos de la Parroquia: En el día 22 de noviembre
de 1852 se celebró la primera misa en la Iglesia de San Francisco, como
Parroquia de San Esteban". Y sigue la nota diciendo: "Se trasladó,
por deterioro de la Iglesia anterior de San Esteban Protomártir situada dentro
de la muralla -frente a la ermita del Santísimo Cristo del Amparo y de Santa Catalina
del Monte Sinaí-, en la Calle de Santa Lucía, y tuvo como motivo el crecimiento
de la ciudad y la belleza del Convento de los Franciscanos.
El Convento Franciscano al que se refiere, se encontraba
situado en el solar que actualmente ocupa el nuevo edificio de la Parroquia de
San Esteban.
La Fundación de este convento se remonta al siglo XIV.
La desamortización que la Iglesia sufrió en el siglo XIX
hizo que desapareciesen primero los frailes y despues las huertas y el
convento.
Solo sobrevivió la Iglesia, donde se trasladó en el año 1852
la sede de la Parroquia de San Esteban.
En el año 1961 se procedió al hundimiento de la Iglesia del
Convento con el fin de edificar un nuevo edificio para la Parroquia de San
Esteban.
Mientras se llevaban a cabo las obras de construcción del
nuevo templo, el culto de la Parroquia se trasladó a la antigua Zona de
Reclutamiento, que fue el primer pósito de Cuenca
En el año 1959 se había convocado un concurso para elegir el
proyecto de la nueva Iglesia. El 10 de mayo de 1960 se produjo el fallo del
Concurso, aunque sin faltar polémica. Se eligio el proyecto del Arquitecto
Antonio Camuñas Paredes. Comenzaron así diez años de obras.
El dia 21 de marzo de 1970, víspera del Domingo de Ramos, el
entonces Obispo de Cuenca, Monseñor Inocencio Rodríguez, dedicaba el nuevo templo,
de líneas agresivas y angulares,
Del nuevo templo llaman también poderosamente la atención
las vidrieras, obra del artista Rafael
H. de Caviedes.
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