San Miniato fue el primer mártir de la ciudad.
Probablemente era un mercader griego, o un príncipe armenio en peregrinación a Roma. Se cuenta que, llegado a Florencia en torno al año 250, comenzó una vida de ermitaño, y que fue decapitado durante la persecución anticristiana del emperador Decio. Dice la leyenda que, poco después de su ejecución, se marchó llevando en la mano la cabeza cortada y volvió a su cueva de ermitaño, en el lugar donde actualmente se erige la basílica, en el Mons Fiorentinus.
En este lugar, en seguida se construyó un santuario y más tarde, en el siglo VIII, se levantó una capilla.
La construcción de la iglesia actual se inició en 1013 bajo los auspicios del obispo Alibrando y siguió bajo las órdenes del emperador Enrico II.
Comenzó siendo un monasterio benedictino, después se adhirió a la orden cluniacense y, en 1373, a la Congregación Benedictina Olivetana, que es quien lo habita actualmente.
Los monjes producen famosos licores, miel e infusiones que venden en una tienda cercana a la iglesia.
La fachada de San Miniato es una de las obras maestras del románico florentino, inspirada en un clasicismo geométrico tomado de los mármoles de los edificios romanos. Se inició en el siglo XI (probablemente en 1090).
El interior de la iglesia es inusual, con el presbiterio y el coro sobre una plataforma, a su vez sobre la cripta. Ha cambiado poco desde la primera construcción del edificio. Se accede a la parte superior por dos escaleras laterales conectadas con las dos naves laterales, mientras desde la nave central, tras el altar inferior, hay otra escalera para acceder a la cripta.
El pavimento es de 1207 y es, junto con el del Baptisterio de San Giovanni, de los mejores de la ciudad, sobre todo el panel dedicado al zodiaco.
El altar es en realidad la Capilla del Crucifijo de Michelozzo (1448) que guardaba inicialmente el Crucifijo milagroso (hoy en Santa Trinidad). El altar mayor es obra de Agnolo Gaddi.
La cripta es la parte más antigua de la iglesia (s.XI) y en teoría contiene los huesos de San MIniato (aunque hay prueba de que fueron llevado a Metz antes de que la iglesia fuese construida).
Adyacente a la iglesia está el monasterio, documentado desde
los orígenes de la iglesia, pero reconstruido en 1426 por encargo del Arte di Calimala, gremio de la lana. Se decoró con frescos de Paolo Uccello, cuyo trabajo se documenta en
1455.
Las escenas eran invisibles ya en el s. XVIII, pero los
frescos fueron redescubiertos y publicados por Matteo Marangoni en 1930,2 y
restaurados por G. Rosi entre 1969 y 1971.
En la decoración del claustro participó también Bernardo Buontalenti, que en 1547 reemplazó una escena de Paolo Uccello con su Cristo en
la via de Emaús, todavía hoy conservado
En la basílica de San Miniato hay un meridiano que es de los
más antiguos de Europa.
En el suelo hay un zodiaco de mármol de 1207, sobre el
que, durante unos instantes en el solsticio de verano, se ilumina por el sol la
parte donde está representado cáncer.
En 1018, probablemente, empezaron las obras para construir la iglesia. En 1090, el potente gremio del Arte de la Lana pagó la fachada, en estilo románico, con los típicos cuadros de mármol blanco y verde. En el centro de la fachada, hay un mosaico del siglo VII que representa al Cristo en el Trono mientras bendice a la Virgen y a San Miniato.
Desde 1373, el complejo está habitado por los monjes Olivetanos.
Se cuenta que, en 1530, durante el asedio a Florencia del ejército de Carlos V, Miguel Ángel protegió la torre cubriéndola con colchones.
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