sábado, 18 de enero de 2020

Catedral de Monreale y Monasterio Benedictino. Sicilia


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El Convento Benedictino

de Santa Maria la Nuova, desde su fundación a finales del siglo XII, ha administrado la sede arzobispal de la Catedral de Monreale.

Todo el conjunto fue construido por voluntad del rey Guillermo II de Sicilia y entregado a los Benedictinos que vinieron a Sicilia desde Cava de' Tirreni, en aquel entonces uno de los centros espirituales y culturales más importantes del sur de Italia.






La fachada principal de la Catedral

está orientada hacia poniente y es visible en buena perspectiva desde la Piazza Guglielmo II, la misma plaza donde se halla el acceso al Claustro Benedictino. Como en la Catedral de Cefalù, la fachada queda enmarcada entre dos torres, sin embargo solo la torre sur queda intacta, pues el tercer cuerpo de la torre norte fue derruido por un rayo en 1807 y su campanario reinstalado sin reconstruir la parte dañada.
Otra vez como en la Catedral de Cefalù entre las torres de la fachada se encuentra un pórtico de tres arcos, que no pertenece al diseño originario, si no que fue añadido a la estructura en el siglo XVIII.




La iglesia fue fundada en 1172 por Guillermo II de Sicilia, y muy pronto, junto a ella se levantó un monasterio benedictino. 










La Catedral de Santa Maria la Nueva

en Monreale, es una de las iglesias más conocidas de Sicilia. Su construcción se remonta a la misma época que vio aparecer las grandes catedrales góticas de Francia y es contemporánea de la Catedral de Palermo (1185). 

En el año 2010, con los demás monumentos del Circuito árabe-normando, ha sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad

La presencia de dos catedrales tan cerca entre si, además construidas al mismo tiempo, se debe a la rivalidad entre las dos figuras más relevantes del Reino de Sicilia, el rey Guillermo II y el arzobispo (de Palermo) Gualtiero

Mientras se comenzaban en Palermo las obras de construcción de la Catedral de Gualtiero el joven rey Guillermo II, alentado por el Papa Lucio III que mal veía la influencia del arzobispo Gualtiero, se hizo promotor de la construcción de una nueva Catedral en Monreale, ese pequeño centro que había mantenido encendida la llama de la Cristiandad al tiempo de los árabes y que su abuelo, el rey Ruggero II, ya había elegido como segunda residencia real.


La construcción de la Catedral de Monreale terminó cuatro años más tarde de la Catedral de Palermo, en el año 1189

Ambas están dedicadas a la Virgen María.


































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