https://www.monestirs.cat/monst/annex/espa/calleo/valladolid/cbueso.htm
Se considera que la actual ermita de Nuestra Señora de la Anunciada está ubicada sobre el antiguo monasterio de San Pedro y San Pablo de Cubillas, institución que se encuentra mencionada por primera vez en el año 954, en un contexto mozárabe, cuando Piloti Gebuldiz dio aquel cenobio y sus bienes en el monasterio de San Martín de Valdepueblo (Mayorga, Valladolid).
En 1013 consta una donación a favor del abad de Cubillas, un tal Servando.
En el siglo XII la infanta Sancha Raimúndez manda construir la actual ermita en lugar donde se encontraba la primitiva iglesia del monasterio, y elige para el nuevo templo un estilo arquitectónico que corresponde al primer románico con ornamentación lombarda, denominado así por proceder en origen de la Lombardía italiana, que se extendió con éxito por el Pirineo catalán y oscense donde podemos encontrar en la actualidad los mejores ejemplos de este arte.
Debió de nacer entre los años 1095, año del matrimonio de sus padres, y 1102.
Hija de la reina Urraca I de León y de Raimundo de Borgoña,
era hermana de Alfonso VII el Emperador, que heredó a la muerte de su madre los
reinos de León, Castilla y Galicia.
Nieta materna de Alfonso VI.
Urraca I de León es hermana de las infantas Sancha y Elvira.
Se crio, además de en compañía de su madre, junto a sus
tías, las infantas Sancha y Elvira, hijas de Alfonso VI de León, quienes en ese
momento disfrutaban de la posesión del Infantado es decir, un conjunto de
monasterios e iglesias distribuidos por todo el reino, y que a la muerte de sus
propietarias, que únicamente podían ser infantas solteras, debían volver a la
Corona, como ocurrió en el caso de la infanta Sancha, que también ostentó la
posesión de los Infantados de los reinos de León, Castilla y Galicia,
Sancha fue una de las principales consejeras y colaboradoras de su hermano el rey, apareciendo casi siempre su nombre en los documentos públicos de su hermano.
En 1127, un año después de fallecer su madre, recibió el
Infantado de manos de su hermano, lo cual la convertía en señora de varios de
los monasterios más importantes del reino, entre ellos, el de San Isidoro de
León. Primero tomó posesión del
Infantado de León, y posteriormente, de los de Galicia y Asturias. Heredó todos
los Infantados que había en el reino de León, y que eran los de Covarrubias,
Valle del Torío, León, Tierra de Campos, el Bierzo y Asturias.
La infanta Sancha donó en 1141 el monasterio de Santa María de Wamba, actualmente desaparecido, con todos sus territorios, villas, iglesias, heredades y pertenencias a la Orden de San Juan de Jerusalén.
Siete años después, en 1148, donó a la Orden de San Juan de
Jerusalén la iglesia de Santa María de Olmedo, y un año antes, en 1147, fundó el Monasterio de Santa María
de La Santa Espina, en la provincia de Valladolid, fundación que fue confirmada
por su hermano el rey Alfonso un año después.
La infanta Sancha falleció el 28 de febrero de 1159.
Fue sepultada en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León donde había sido enterrada su madre, la reina Urraca. Los restos mortales de la infanta Sancha, que se conservan incorruptos en la actualidad, fueron depositados en el interior de un sepulcro de piedra, que aún se conserva, sobre cuya cubierta, que aunque se halla partida por la mitad se conserva íntegra.
La Ermita de Nuestra Señora de la Anunciada es el único ejemplar completo que se conserva en la Comunidad Autónoma de Castilla-León de factura románico-lombarda.
A principios del siglo XII se tomó la decisión de reconstruir la iglesia del monasterio que en ese momento formaba parte de los bienes del Infantado de Valladolid, el resultado fue la iglesia actual que llama la atención por sus rasgos arquitectónicos típicos de la arquitectura románica lombarda que en ese momento se hacía en Cataluña, extraños en tierras de Castilla.
Esta excepcionalidad ha querido relacionarse con el vínculo del conde Ermengol V de Urgell con estas tierras, casándose con María, hija del noble Pedro Ansúrez y que habría facilitado la llegada de constructores conocedores del románico lombardo.
En 1163 Fernando II de León entregó la iglesia a la diócesis de Palencia.
Un documento de Alfonso IX lo menciona en el año 1228, pero no hace ninguna referencia a la comunidad, por lo que se piensa que ésta ya se habría perdido.
En 1677 se trasladó la imagen de Nuestra Señora de la Anunciada a la iglesia, construyendo un camarín sobre el ábside central.
Se transformó en una ermita donde se veneraba esta imagen, y por eso es conocida ahora como Nuestra Señora de la Anunciada.
El origen de este monasterio se remonta, según algunas fuentes, al siglo XII cuando un noble llamado Don Bueso decide marcharse como eremita a un lugar cercano a Urueña, población perteneciente a la antigua diócesis de Palencia, hoy provincia y diócesis de Valladolid.
Otras fuentes relacionan su nombre con el pequeño bosque en el que se instala la ermita que sería el germen del monasterio benedictino.
La muralla de Urueña desde la ermita
Cerca de la ermita las ruinas del Monasterio de Nuestra Señora de la Anunciación de El Bueso
Hacia el año 1450, la familia de los duques de Osuna, propietarios de los terrenos, levanta una capilla que confiaron a un grupo de religiosos conocidos como "beatos".
En un
principio esta comunidad estuvo bajo la protección de los dominicos de Toro,
pero en 1460 pasaron a estar bajo la influencia del benedictino Monasterio de
San Benito el Real de Valladolid, gracias al amparo que les concede el prior
vallisoletano Juan de Gumiel y a la sentencia del Papa Pío II que lo ratificaba
tres años después, el 1 de febrero de 1463.
Durante
la segunda mitad del siglo XV, El Bueso fue configurando sus dominios y
edificando sus instalaciones hasta que en el año 1524 sufrió un incendio que
destruyó buena parte de las mismas.
Restaurado
gracias a donativos reales y aportaciones de otros monasterios, entre ellas las
de San Benito de Valladolid, el monasterio pudo continuar su actividad aunque
nunca llegó a tener una gran relevancia.
En 1586
se le prohibió admitir monjes novicios y en los años siguientes fue entregado a
distintas abadías mayores, primero, en 1595, a Santo Domingo de Silos y ,en
1607, a la abadía de Sahagún, aunque esta última cesión no parece que terminó
de cerrarse.
En 1722
sufrió otro incendio que casi arrasó por completo las instalaciones.
Restaurado
durante la década siguiente, a lo largo de todo el siglo XVIII recibió varias
iniciativas para ser suprimido o absorbido por otras comunidades más
importantes.
Finalmente, el 28 de agosto de 1793, El Bueso
dejó de funcionar como monasterio independiente y pasó a ser priorato de San
Benito el Real de Valladolid, aunque lo hizo manteniendo el título de abadía.
Durante
el primer tercio del s. XIX, al igual que otros muchos monasterios, sufrió las
adversidades del periodo napoleónico y del Trienio Liberal, hasta que en 1835
fue abandonado con el proceso de Desamortización.
En la
actualidad apenas se conservan unas ruinas del edifico.
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