Siglo XIX. El levantamiento del pueblo de Madrid en contra de las tropas francesas el 2 de mayo de 1808 marca el principio de la guerra de la Independencia. El rey José Bonaparte realiza reformas en la capital, siendo frecuentes las órdenes de derribar edificios para hacer plazas, por las que adquiere el mote de Pepe Plazuelas. Pese a su gestión urbanística, el devenir de la guerra le fuerza a huir de Madrid. La liberación de la ciudad se salda con la destrucción de valiosos recintos, como el Palacio del Buen Retiro. La desamortización supuso un cambio drástico en el sistema de propiedad inmobiliaria, además de concentrar una gran colección de arte que aumentará los fondos de instituciones culturales importantísimas: el Museo del Prado, creado durante el reinado de Fernando VII en el edificio previsto para Gabinete de Ciencias, y la Biblioteca Nacional. También supone la creación en Madrid de la Universidad Central, que conservará el nombre de Complutense ya que proviene del traslado físico y jurídico del claustro y alumnos de la renombrada Universidad de Alcalá a la cercana capital. Durante el siglo XIX, la población de la ciudad sigue creciendo. La percepción de los cambios que harán desaparecer la ciudad preindustrial estimula la aparición de una literatura "madrileñista", como la de Ramón de Mesonero Romanos. La información estadística y de todo tipo recopilada por Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico-Estadístico para toda España fue especialmente exhaustiva para Madrid, cuyo artículo tiene un encabezamiento muy significativo: "Madrid: audiencia, provincia, intendencia, vicaria, partido y villa". En 1860 se derriba por fin la cerca de Felipe IV y la ciudad puede crecer, en principio de una forma ordenada, gracias al plan Castro y la realización de los ensanches. Será la oportunidad de fabulosos negocios, que enriquecieron al José de Salamanca y Mayol, Marqués de Salamanca, quien dio nombre al nuevo barrio creado al este de lo que pasará a ser el eje central de la ciudad, el Paseo de la Castellana; prolongación del Paseo del Prado. Se establece un moderno sistema de abastecimiento de aguas, el Canal de Isabel II, y se establece la comunicación por ferrocarril que convertirá a Madrid en el centro de la red radial de comunicaciones, lo que también deja su huella en la trama urbana como atestiguan la Estación de Atocha y la del Príncipe Pío.
Siglo XX. En los primeros 30 años del siglo XX, la población madrileña llega casi al millón de habitantes. Nuevos arrabales como las Ventas, Tetuán o el Carmen daban acogida al recién llegado proletariado, mientras en los ensanches se instalaba la burguesía madrileña. Estas transformaciones fomentaron la idea de la Ciudad Lineal, de Arturo Soria. Paralelamente se abrió la Gran Vía, con el fin de descongestionar el casco antiguo y se inauguró el metro en 1919. Durante el reinado de Alfonso XIII éste cede terrenos reales al noroeste del Palacio Real para fundar la Ciudad Universitaria. Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 suponen un gran triunfo de la conjunción republicano-socialista en Madrid, obteniendo el 69,2% de los votos, 88.758 votos para la conjunción y 33.939 para los monárquicos, que se tradujeron en 15 concejales socialistas y 15 republicanos frente a 20 concejales monárquicos. Pedro Rico, del Partido Republicano Federal, fue elegido alcalde por la corporación municipal. El triunfo republicano en Madrid y la mayoría de las capitales de provincia supone la descomposición de la monarquía y el advenimiento de la Segunda República Española, apenas dos días después. El comité republicano asumió el poder el día 14 por la tarde, proclamando la República en la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol, sede del Ministerio de la Gobernación, ante una multitud enfervorizada. La Constitución de la República promulgada en 1931 fue la primera que legisló sobre la capitalidad del Estado, estableciéndola explícitamente en Madrid. El estallido de la Guerra Civil española tuvo lugar en Melilla a media tarde del viernes 17 de julio y fue siendo conocido en Madrid en las horas siguientes. Todavía el sábado 18 y el domingo 19 guardó la ciudad una cierta normalidad. Tras el aplastamiento de la rebelión en Madrid, mal planificada, en el Cuartel de la Montaña y los cuarteles de Carabanchel, en los que los elementos leales del ejército y de las fuerzas de seguridad fueron auxiliados por las milicias, a las que Gobierno autorizó la entrega de armas, comenzó una represión, muchas veces indiscriminada no sólo hacia los que habían participado en la rebelición, sino contra los que se consideraban desafectos. Surgieron centros de interrogación y detención (las famosas "checas") de donde muchos detenidos sólo salían para ser "paseados", apareciendo sus cadáveres en los alrededores de la ciudad. Domicilios particulares fueron incautados y la misma suerte corrieron las sedes de los partidos políticos de derechas. Se produjo también el asalto a las iglesias, con irreparables pérdidas artísticas y culturales en muchos casos. Por decreto oficial de agosto de 1936, fueron definitivamente cerradas todas las iglesias de España. La violencia política no disminuyó hasta el afianzamiento del poder gubernamental a finales de 1937, sin que antes de ello tengan lugar los graves hechos conocidos como Matanzas de Paracuellos, en los que miles de presos, mantenidos en las prisiones de Madrid, ante la llegada de las tropas franquistas a las inmediaciones de la capital, fueron sacados de ellas y asesinados a las afueras de la ciudad. La resistencia de las milicias, militarizadas en forma de Ejército Popular en 1937, dirigidas por la Junta de Defensa de Madrid, consigue frenar la ofensiva durante la batalla de Madrid en los barrios del oeste de la ciudad, especialmente en el entorno del barrio de Argüelles y la Ciudad Universitaria), donde se estabilizó el frente, que quedaron gravemente dañadas. La ciudad no volvería a sufrir otro asalto por tierra durante la guerra, pero fue castigada por el fuego artillero y los bombardeos aéreos, primeros en la Historia sobre una capital, antes de que muchas otras europeas los sufrieran durante la Segunda Guerra Mundial. La resistencia de Madrid es convertida por la propaganda en referente de la causa republicana con el lema «¡No pasarán!», pero la situación obliga a Instituciones y el Gobierno así como una parte de la población civil a ser evacuados hacia las regiones del interior y del levante. El final de la guerra fue especialmente caótico en Madrid, con el enfrentamiento violento entre facciones dentro del bando republicano. Se llegó a especular si tras la ocupación de Madrid por el ejército de Franco se pondría fin a su capitalidad, como castigo, en beneficio de Burgos, que había sido la capital del llamado Estado Nacional durante la guerra, pero se descartó esa posibilidad, optándose por la reconstrucción de las ruinas y los desperfectos que siguieron siendo visibles durante la larga posguerra.Terminada la guerra, la ciudad sigue su imparable crecimiento espacial, al tiempo que restaña las heridas que la contienda había dejado en la ciudad, especialmente en su fachada oeste. Cientos de miles de españoles emigran del campo a la ciudad. A partir de 5 de junio de 1948, comienza el proceso de anexión a Madrid de hasta trece municipios limítrofes, que termina el 31 de julio de 1954, Aravaca, Barajas, Canillas, Canillejas, Chamartín de la Rosa, Fuencarral, Hortaleza, El Pardo, Vallecas, Vicálvaro, Villaverde, Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo, pasando su extensión de 66 km² a los 607 km² actuales y ganando unos 300.000 nuevos habitantes. El desorden urbanístico fue la norma: crecieron poblados chabolistas, al tiempo que el centro histórico era sujeto a especulación, permitiéndose el derribo de edificios de valor artístico o tradicionales para ser sustituidos por otros de estética moderna, se construyen edificios de arquitectura innovadora como las suspendidas Torres de Colón. En algunos casos las intervenciones arquitectónicas tienen un carácter de marcar la presencia política, tratando de potenciar el concepto de "Madrid Imperial" franquista, como en la zona de Moncloa , donde se levantan el Arco de la Victoria y el Ministerio del Aire, en un estilo neoherreriano , o la Casa Sindical, edificio de los Sindicatos Verticales, una torre prismática y funcional de ladrillo frente al mismísimo Museo del Prado que abandona el herrerianismo en favor del racionalismo. El Plan de Ordenación del Área Metropolitana, aprobado en 1963, inició la tendencia a desviar la concentración poblacional de Madrid hacia municipios metropolitanos como, que se convierten en ciudades dormitorio. En 1973 se inauguran los primeros tramos de la M-30, el primer cinturón de circunvalación de la ciudad.Tras la muerte de Franco, Madrid fue uno de los escenarios principales durante el periodo de la Transición. Los primeros meses del año 1977 destacaron por la agitación política y social, con huelgas, manifestaciones y contramanifestaciones violentas con víctimas mortales. Otros graves acontecimentos fueron los dos secuestros por parte del GRAPO y el episodio de la Matanza de Atocha de 1977 que resultó en el asesinato por parte de elementos de la ultraderecha de los abogados laboralistas en un despacho situado en esta calle. Su multitudinario entierro, previo a la legalización del PCE fue narrado cinematográficamente en Siete días de enero, de Juan Antonio Bardem. Con la consolidación del régimen democrático, la constitución de 1978 confirma a Madrid como capital de la España democrática en cuyo apoyo tendrían lugar las manifestaciones multitudinarias tras el desbaratado golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. En 1979, tuvieron lugar las primeras elecciones municipales democráticas desde la II República en las que resultó elegido Alcalde de la ciudad el representante de los partidos de izquierda, Enrique Tierno Galván conocido como El Profesor. Tras su muerte, fue sustituído por Juan Barranco, del PSOE, con apoyos del PCE, virando después la ciudad a posiciones más conservadoras con Agustín Rodríguez Sahagún, del CDS, y José María Álvarez del Manzano. Alberto Ruiz-Gallardón, del PP, fue nombado alcalde de la ciudad tras su periodo al frente del gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid. La elección democrática de alcaldes trae definitivamente grandes beneficios a la ciudad, al verse obligados los alcaldes a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, ante los que responden (los alcaldes franquistas eran elegidos directamente por Franco): construcción de bibliotecas, instalaciones deportivas, centros de salud; eliminación de los núcleos chabolistas; limpieza del río Manzanares; mejora del viario; cierre de la M-30 por el norte, enterramiento de la misma en la zona del Manzanares; construcción de nuevas vías de circunvalación, M-40, M-45, M-50, a la vez que se aumenta la capacidad de las carreteras de acceso convertidas en autovías o duplicadas con autopista de peaje; regulación de aparcamiento (ORA) en el interior de la ciudad, que llega al límite de la M-30, con protestas vecinales, todo ello con el objeto de absorber y regular el tráfico creciente. En el siglo XXI, la ciudad sigue abordando nuevos retos: mantenimiento de la población dentro del núcleo urbano; expansión de la ciudad con la creación de nuevos barrios con Plan de Actuación Urbanística: Ensanche de Vallecas, Ensanche de Carabanchel, Montecarmelo, Arroyo del Fresno, Las Tablas, Sanchinarro, Valdebebas; remodelación del centro histórico; absorción e integración de la inmigración que acude a la ciudad.
domingo, 13 de abril de 2008
Madrid, Villa y Corte. Historia de Madrid; siglos XIX y XX.
Mayo de 2008. La Capital celebra el levantamiento contra el Ejercito Francés.
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