http://palomatorrijos.blogspot.com/2020/04/el-castillo-de-saelices-cuenca.html
http://palomatorrijos.blogspot.com/search/label/Saelices
Entre las ciudades celtíberas de
Contrebia Carbica y la de Segóbriga.
En los siete años que duró su regencia (1833-1840), la
monarca accidental pasó ciertas temporadas de retiro y descanso en este lugar,
probablemente en compañía de su hija, todavía una niña, Isabel II.
Es una finca de tierra de cultivo y varias edificaciones.
Tras la muerte en el exilio de la conocida como Reina
Gobernadora en 1878, se abrió una enconada guerra por la herencia de la finca
entre los descendientes de la casa Borbón (en especial sus nietas, las infantas
doña Paz y doña Eulalia, hijas Isabel II) y los ocho hijos, simples nobles, que
María Cristina había engendrado con el duque de Riansares.
El testamento —y por lo tanto— su herencia originarían una
enconada polémica y el litigio durante más de veinte años entre los herederos
de la familia real y la morganática. Una Junta de ilustres personalidades del
Foro, entre los que figuraban nada más y nada menos que Salmerón, Maura y
Gamazo, lograrán hacer efectiva la testamentaría.
Finalmente, los Borbones se quedan con la herencia y dividen
la enorme finca en dos: los terrenos al norte del río Gigüela serán propiedad
de doña Eulalia con la denominación de Castillejo. Los terrenos al sur del río
serán para doña Paz con el nombre de Luján. Doña Paz se estableció con carácter
permanente en su nueva posesión y se hizo construir un palacio llamado Villa
Paz, que en el franquismo sería famosa por ser la ilustre casa de descanso y
lugar de matrimonio del torero Luis Miguel Dominguín y su esposa Lucía Bosé.
Se sabe que las dos infantas visitaban con frecuencia
Saelices. Pero mientras Villa Paz fue un enclave importante para las grandes
personalidades de Cuenca y también de Madrid, hay muy poca información sobre lo
que sucedió en Castillejo con doña Eulalia, que no se implicó en la vida social
de Cuenca.
Doña Eulalia durante unos años mantuvo su casa y trató de
reconstruir el castillo sin demasiado éxito. No se sabe si por falta de fondos
o por falta de tiempo, dada la conocida vida errante de la infanta, quien
adoraba viajar por Europa y América. A los pocos años de heredar la finca la
cedió a su hijo Luis Fernando de Orleans, cuya administración le producía una
renta de 25.000 pesetas.
Ese dinero tampoco fue suficiente para reconstruir el
histórico castillo junto a la casona, y finalmente Luis Fernando se desharía de
su herencia.
Durante la Guerra Civil, la casona y sus explanadas
acogieron un banco de sangre para los combatientes republicanos de las Brigadas
Internacionales y albergaron una fantástica biblioteca de la que no queda ni
rastro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario