La Puerta de Guadalajara era la principal de la villa y la más suntuosa, dada su ubicación en un lugar de gran tránsito comercial, a la altura del número 49 de la actual calle Mayor. Estaba integrada por dos grandes torres, entre las cuales se extendía el arco de acceso. El emperador Carlos I (1500-1558) ordenó, hacia 1535, la demolición de la primitiva puerta medieval y su sustitución por una nueva, con tres arcos y más ornamental, que desapareció en un incendio acaecido el 2 de septiembre de 1582. La Puerta de Valnadú, también Balnadú, estaba posiblemente situada en el centro de la manzana definida por las calles de Lepanto, Carlos III y Vergara, en las proximidades del Teatro Real. La Puerta de Moros se abría al sur sobre la actual plaza del Humilladero, entre las calles del Almendro y la Cava Baja. Fue destruida en 1412 durante una sublevación. La Puerta Cerrada, localizada en la plaza del mismo nombre
se llamó antes de la Culebra, por el relieve de dragón esculpido en la misma. La denominación que ha llegado a nuestros días surgió tras ser clausurada, dados los frecuentes delitos y asaltos que tenían lugar en su interior. Estaba flanqueada por la Torre del Vinagre y fue demolida en 1569, con ocasión de la entrada en la ciudad de Isabel de Valois, esposa de Felipe II.
A estos cuatro accesos se le añadían los tres de la primitiva muralla musulmana: el Arco de Santa María, la Puerta de la Vega y la Puerta de la Sagra.
Junto a la muralla, fueron levantadas varias torres albarrana y atalayas, que tenían una ubicación estratégica. Entre ellas, cabe destacar la Torre de Alzapierna o de Gaona, que tenía como función vigilar las fuentes de los Caños del Peral, Plaza de Isabel II. La Torre de los Huesos, erigida en el siglo XI por la población musulmana, fue incorporada en la muralla cristiana, para proteger la Puerta de Valnadú. Los restos de esta última se exhiben en el aparcamiento subterráneo de la plaza de Oriente.
Los restos más relevantes de la muralla cristiana de Madrid están integrados en diversos edificios e infraestructuras urbanas. En la mayoría de los casos, su acceso es muy restringido, dado el carácter privado de los bloques de viviendas donde se localizan:
Cava Baja. En el número 30 de esta vía, puede verse un fragmento de la muralla cristiana de aproximadamente 20 m de largo por 11 m de alto. Está en el patio interior de una finca y sólo se mantiene en pie la mitad intramuros de la fábrica. A la altura de los números 22 y 24 de la misma calle, se sitúan un tramo de cimentación y el arranque de un torreón semicircular. Sin salir de la Cava Baja, en el número 10, existe un lienzo de 7 m de longitud y una altura variable entre 1 y 4 m, además de las ruinas de un torreón semicilíndrico.
Calle del Almendro. De 16 m de largo por 11 m de ancho es el tramo que se conserva en el número 17 de esta vía. Está ubicado al fondo de un solar y es visible desde la calle, a través de una verja.
Plaza de Puerta Cerrada. En los números 4 y 6 de la plaza, se encuentra un trozo de muralla. Se trata del fragmento más completo que se conserva, pues llega hasta la coronación. Incluso son visibles el adarve y el pretil. También hay restos de una torre.
Plaza de Isabel II. En el número 3 puede contemplarse un lienzo en el sótano de un restaurante de cocina americana, que se exhibe al público dentro de los horarios comerciales del establecimiento. Descubierto en 1991, presenta mampostería de sílex, con dos arcos de ladrillo, probablemente correspondientes a una reforma tardomedieval. En 1990 fue excavada la base de la Torre de Alzapierna o de Gaona, dentro de la estación de metro existente en la citada plaza, pero fue destruida.
Calle de la Escalinata. Entre 1943 y 1945 se hallaron diferentes vestigios de una torre y de un trozo de muralla en los números 9 y 11 de esta calle, cercana a la plaza de Isabel II.
Calle del Mesón de Paños. En los números 11, 13 y 15 aparecieron en 1956 diversos restos, muy mal conservados, ya que se procedió a su derribo parcial.
Calle de los Mancebos. En los números 3 y 5 se encuentran los restos de un silo, con materiales islámicos. Aunque forman parte de la estructura de un edificio, pueden verse desde la calle, a través de una verja de protección.
Calle del Espejo. En el número 14 se conserva un muro de sillarejo de sílex, de 2'5 m de alto, ubicado en el interior de un garaje, accesible desde la calle de la Escalinata. En el número 10 de la calle del Espejo, también hay restos de un torreón semicircular, en su medianería.
Plaza de Oriente. La base de la Torre de los Huesos, de origen musulmán e integrada por los cristianos en su muralla, se exhibe en el aparcamiento subterráneo de esta plaza, construido en 1996.
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