sábado, 23 de mayo de 2009

Fue, en Madrid. Parroquía de San Justo.

La parroquía de San Justo es el edificio señalado con la letra H en el plano de Texeira.

Pasadizo del Panecillo entre la Basílica de San Miguel y el Palacio Arzobispal.
Palacio Arzobispal de Madrid. Situado entre las calles de la Pasa y de San Justo, fue construido en el siglo XVIII como residencia del Arzobispo de Toledo en Madrid, a instancias del cardenal infante don Luis de Borbón y del cardenal Lorenzana. Cuando el 7 de marzo de 1885 se constituyó la Diócesis de Madrid-Alcalá, pasó a ser la residencia del Obispo matritense, siendo el primero en habitarlo el tristemente famoso Narciso Martínez Izquierdo, primer obispo de Madrid, y que fue asesinado el domingo de Ramos de 1886 a las puertas de la entonces Catedral de San Isidro. Sus dependencias albergaron al Seminario Conciliar de Madrid hasta 1907, año en que finalizaron las obras del nuevo edificio de las Vistillas. Actualmente es la residencia del Arzobispo y cardenales de la ya Archidiócesis matritense. En cuanto al edificio, se trata del típico ejemplo de la arquitectura madrileña del segundo tercio del siglo XVIII, Destaca sobre todo la portada de piedra que da al pasadizo del Panecillo, el cual la separa de la Iglesia Pontificia de San Miguel. En su interior se custodia un interesante conjunto de obras de arte entre las que destaca un arca de finales del siglo XIII, realizada en madera recubierta de cuero, y que el rey Alfonso VIII donó para poner en ella el cuerpo de San Isidro.
Fundada bajo la advocación de San Justo y Pastor, se trata de una de las parroquias más antiguas de Madrid, puesto que es una de las diez colaciones que aparecen nombradas en el Fuero de 1202. Situada en la calle San Justo, poco sabemos de sus primitivos orígenes; sólo conocemos que en 1438 se hizo en la parroquia un voto a San Pedro, y que en 1481 la familia de los Coello fundó una capilla en dicha parroquia. El primitivo templo se quemó en un incendio en 1690, siendo sustituido por uno nuevo -hoy Basílica Pontificia de San Miguel- que empezó a construirse en 1739 bajo la dirección del arquitecto Santiago Bonavía, y fue costeado por el Cardenal Infante Luis Antonio de Borbón y Farnesio, Arzobispo de Toledo.En cuanto a su feligresía, durante el Antiguo Régimen fue una de las más extensas de Madrid, ya que aproximadamente se extendía desde la calle San Justo hasta el límite sur de la ciudad. Esto provocó que en 1591 se fundara –dependiente de San Justo- el anejo parroquial de San Millán Abad, situado en la calle Toledo.

La actual Basílica se asienta sobre el lugar en el que se alzaba la iglesia de San Justo y Pastor, que ya figuraba en el Fuero otorgado a Madrid por Alfonso VIII, realizado entre 1158 y 1202. Ocupaba entonces el cuarto lugar entre las parroquias madrileñas, tras la de Santa María, San Andrés y San Pedro.
Esta Basílica fue construida en 1739 por el arquitecto italiano Giacomo Bonavía, que se inspiró para la fachada de la iglesia en la Colegiata de la Granja, que había realizado durante aquellos años Andrea Procaccini, un arquitecto italiano al servicio de Felipe V. Es la única fachada curva con trazado barroco de Madrid.
Este templo se levantó en el siglo XVIII por iniciativa del marqués de Scotti, secretario de la reina Isabel de Farnesio, que deseaba construir una iglesia y un palacio arzobispal para el infante-cardenal don Luis de Borbón.
En Semana Santa sale de este templo una de las procesiones más populares de Madrid: la procesión de los Estudiantes
En este templo celebró el Fundador del Opus Dei sus primeras Misas al llegar a Madrid, desde el 20 de abril hasta comienzos de junio de 1927.
Entre el Arzobispado y la Basílica de San Miguel, se ve el Pasadizo del Panecillo que permanece cerrado desde 1829, ya que por su angostura podría ser albergue de malhechores. Su nombre viene del tiempo en que el Arzobispo don Luis Antonio Jaime de Borbón repartía un panecillo desde la ventana a los pobres que se acercaban.

La Basílica Pontificia de San Miguel es una de las más interesantes iglesias de Madrid, que cuenta con pocos templos de esta categoría artística. Se trata de una creación del mejor barroco italiano del siglo XVIII, edificada por impulso de la reina Isabel de Farnesio cuando su hijo D. Luis Antonio de Borbón era Arzobispo de Toledo, lo que incluía Madrid. La propuesta innovadora y llena de sorpresas de sus arquitectos italianos, contrasta con la arquitectura más habitual de nuestro barroco madrileño, mucho más sobrio.
La actual basílica, Monumento Nacional por Real Decreto 28 de noviembre de 1984, se eleva sobre el solar de la antigua parroquia de los santos Justo y Pastor, cuya fundación se sitúa en fechas que podemos considerar muy remotas tratándose de Madrid. La parroquia figura entre las diez collaciones que cita el Fuero que otorgó a Madrid el rey Alfonso VIII, nieto de quien conquistó la población a los musulmanes, Alfonso VI. El fuero se fue concretando entre 1158 y 1202 y se refiere a esta parroquia en cuarto lugar, como Sancto Justo, después de las de Santa María, San Andrés y San Pedro. En cuanto a de San Miguel, que daría su nombre a San Justo pasando los siglos, figura en el fuero de 1202 como Sancto Michaele, a diferencia de otra iglesia también dedicada a San Miguel que se denomina de Sagra. De la iglesia de San Justo sabemos documentalmente que fue objeto de reformas y mejoras en su decoración en el siglo XVI, manteniendo el protagonismo que le correspondía como parroquia del Madrid más antiguo. Así lo testimonian sus libros parroquiales. Fueron enterrados en esta parroquia el padre de Quevedo, así como sus abuelos matemos y un hermano y en los libros parroquiales se encuentran las partidas de defunción de Alonso de Ercilla, de el padre de Miguel de Cervantes, Rodrigo, Francisco López de Zárate, de miembros de la familia López de Hoyos, Jerónimo y Francisco de la Quintana o el doctor Godínez. En 1738 se derribó la vieja iglesia, perdiéndose sin duda un edificio de gran interés histórico. La nueva iglesia es consecuencia de tales descubrimientos y de la sensibilidad más avanzada en su momento, que anuncia un cambio hacia la contención y la disciplina del lenguaje clásico. La iglesia pasó a llamarse de San Miguel, Santos Justo y Pastor cuando, como se ha dicho, se fusionó con la parroquia la que estaba dedicada a San Miguel y ocupaba el solar del actual mercado de ese nombre. Su incendio en 1790 y su saqueo durante la invasión francesa obligaron a ese traslado.
De esta iglesia de San Miguel se trasladaron a San Justo, junto con la feligresía, algunas de las obras de arte que contuvo, como la figura del Arcángel o el tabernáculo de bronce y piedrassemipreciosas regalado por el cardenal Zapata y realizado en Roma. También costumbres como la procesión con la imagen de san Miguel que se guardaba en el oratorio de las Casas Consistoriales el día de su fiesta, que se mantuvo hasta 1834, ya en San Justo. En 1643 el Ayuntamiento había hecho voto solemne de acudir a esa fiesta. Más tarde, por haberse derribado en 1885 la iglesia y hospital de los italianos en la carrera de San Jerónimo, antigua institución que desde el siglo XVI pertenecía a la colonia italiana de Madrid, se cedió como compensación el templo a la Nunciatura Apostólica en 1892. Previamente, en 1891, se habían trasladado las dos antiguas parroquias, pasando la de San Justo a monasterio de las Maravillas de la calle la Palma y la de San Miguel al barrio del puente de Toledo. Para entonces, por haberse creado la Diócesis de Madrid Alcalá, desgajada de la de Toledo en 1885, el palacio construido por el infante D. Luis junto a San Justo, fue convertido en residencia de los nuevos obispos de Madrid. El templo, ya de la Nunciatura, fue regido por los PP. Redentoristas y quedó bajo la advocación de San Miguel, que permanece hasta hoy. En 1930, el nuncio monseñor Tedeschini concedió a la iglesia el título de Basílica menor. En noviembre de 1959 fue encomendada al Opus Dei, siendo Nuncio Apostólico Mons. Hildebrando Antoniutti.

El proyecto arquitectónico lo hizo el italiano Giacomo Bonavía, afincado en Madrid, a la sazón Maestro Mayor del Arzobispado. Bajo su dirección se realizó la bóveda o cueva de la cripta, basamento de la iglesia superior, las pilastras o columnas, las seis capillas de la nave, el armazón de madera de la cubierta y la fachada. Todo lo demás lo realizó Virgilio Rabaglio bajo la supervisión de Bonavía. El espacio disponible para la edificación del templo, muy limitado a pesar del añadido del cementerio parroquial, obligó a Bonavía a adoptar unas soluciones efectistas muy características, con el fin de paliar su reducida extensión, dándole una perspectiva monumental. Estas soluciones supusieron, en su día, una auténtica revolución con respecto al tradicional modo de hacer de los arquitectos españoles del barroco.

La fachada en piedra berroqueña alternada con entrepaños de ladrillo, debe su original convexidad a la disposición de la planta de la iglesia y a su organización arquitectónica.
En el cuerpo central, una gran puerta enmarcada con dintel de piedra y fina talla de madera, tiene en su parte superior un medallón en piedra caliza, con el martirio de los Santos Niños
Justo y Pastor. Sobre todo ello, un gran ventanal con vidrios translúcidos, que protege un óculo trilobular. Rematando este cuerpo central de la fachada, se halla el escudo de armas del Cardenal-Infante Luis Antonio de Borbón y Farnesio, bajo frontón curvo, sobre el cual ángeles arrodillados sujetan la Santa Cruz. Todas las figuras de este cuerpo central son obra de Carisana. A derecha e izquierda se levantan dos esbeltas torrescampanarios, cubiertas por chapiteles bulbosos, muy del gusto de Bonavía. A un lado y otro de este cuerpo, se hallan, en dos calles, cuatro hornacinas con esculturas que representan las virtudes de la Fe y la Esperanza (altas), Caridad y Fortaleza (bajas). La primera y la cuarta de Robert Michel , y la segunda y tercera de
Carisana. A la iglesia se accede por una escalinata curva de nueve peldaños; a la derecha una pequeña puerta de hierro y cristal, conduce a la iglesia inferior o cripta. Dos verjas en semicírculo embellecen la entrada y la protegen, acentuado la monumentalidad del conjunto

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