Puede que no sepamos con exactitud cuales eran los gigantes a los que se enfrenta don Quijote, pero ello puede ser una buena excusa para visitar Consuegra y los pueblos de la Manacha que nos ofrecen su paisaje de Molinos.
Puede que la introducción de los molinos se deba a los Caballeros de la orden de San Juan para aprovechar el viento en sustitución del agua, que era común en otros lugares, para moler el trigo. En la isla de Rodas, importante enclave Juanista, podemos ver molinos de viento asi como en la isla de Santorini.
Apareció el molino de viento en el siglo XI, aunque en La Mancha no lo hacen hasta la segunda mitad del siglo XVI. De los doce molinos que coronan el Cerro Calderico, cuatro de ellos conservan la maquinaria en buenas condiciones: el Sancho, el Rucio, el Bolero y el Espartero. Entre ellos, el más interesante, sin duda, es el Molino Sancho, que posee toda la maquinaria del siglo XVI en óptimo estado para su funcionamiento. Durante la fiesta de la Rosa del Azafrán, el último fin de semana de octubre, el Sancho orienta sus aspas para poner en movimiento su enorme piedra, llamada Catalina, y realiza la Molienda de la Paz, una vez convertido el trigo en harina, se reparte en saquitos a los visitantes que, en ocasiones, rodan los 3.000. El resto de los molinos cuentan también con apodos de El Quijote, como Chispas, el Caballero del Verde Gabán, Mambrino, Clavileño, Alcancía, Cardeño y Vista Alegre.
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