La casa de Dulcinea es realmente un palacio tradicional, de hidalgos, que se construyó en el siglo XVI con planta rectangular y dos alturas y una portada adintelada de piedra que se remata con cornisa y dos escudos. En la parte central, ocupando el ancho de la portada, tiene una tercera altura a modo de torreón. La fábrica es de mampostería con sillar en las esquinas, y el segundo piso y el torreón blanqueados. Al interior ofrece la típica estructura de un caserón manchego con cocina y dependencias de labor en la planta baja, huerto trasero y dormitorios en el segundo piso.
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