viernes, 12 de febrero de 2021

Paso de las cañadas mesteñas por los despoblados de las tierras del municipio de Campos del Paraíso. Cuenca

 

Paso de las cañadas mesteñas por los despoblados de las tierras del municipio de Campos del Paraíso.

La presencia de La Mesta en los pueblos del municipio de Campos del Paraíso.

Vías de trashumancia de los ganados de la cabaña merina.

La Mesta como asociación de los ganaderos propietarios de cabezas de ganando lanar de la raza merina ha dejado también su huella en las tierras del municipio de Campos del Paraíso.

Para su organización administrativa y funcionamiento los ganaderos y propietarios de cabezas merinas se agrupaban en los llamados partidos mesteños. Además de al partido mesteño de Cuenca los ganados merinos del reino de Castilla podían pertenecer al partido de Segovia y Soria, tierras recorridas, al igual que las de Cuenca, por una extensa red de vías de trashumancia. Estas vías dependiendo de su anchura recibían los nombres de cañada, cordel y vereda que se integraban en una gran vía que recibía el nombre del partido a cuyos ganados servían de desplazamiento. Por lo tanto, podemos hablar de la Gran Cañada Soriana, la Gran Cañada Segoviana y la Gran Cañada Conquense, denominada también Manchega. Así, los términos de las poblaciones del municipio estaban atravesados por cuatro cañadas o caminos de trashumancia del ganado merino. A pesar de lo que acabamos de decir solamente las Respuestas Generales de la villa de Olmedilla recogen que 200 almudes de las tierras de su término estaban ocupados por la cabaña de Los Serranos y que 600 almudes de la dehesa boyal de Olmedilla servían de pasto a “las cavañas Reales de carretería y Mular que transitan por este término”. Los animales de la Real Cabaña de Carreteros gozaban del permiso para pastar y abrevar en los lugares permitidos a los ganados de los vecinos de las poblaciones que atravesaban las cañadas.

El transporte realizado por medio de carretas y mulas aseguraba el abastecimiento de las tierras altas de Cuenca y la salida de manufacturas de lana, que eran una de las actividades económicas más extendidas por los pueblos de la serranía de Cuenca. La Cabaña Real de Carreteros nace como institución en 1497 en el reinado de los Reyes Católicos, que se propusieron crear un gremio de transportistas, a imagen del Honrado Concejo de La Mesta, bajo su protección. La finalidad de esta asociación era asegurar el transporte público y privado de bienes, mercancías y personas, así como el abastecimiento de productos de alimentación y el de otros productos de gran valor económico para los pueblos y gentes de Castilla. Por otro lado, la dedicación a la construcción de carretas en los pueblos pinariegos era una actividad que proporcionaba un medio de vida y la obtención de recursos económicos en una tierra poco apropiada para la actividad agrícola.

Este gremio de transportistas y la protección Real de la que disfrutaron se mantiene hasta el año 1836 cuando este gremio es suprimido junto con La Mesta. Las cabañas Reales estaban integradas por los ganados del reino y sus dueños situados bajo el amparo del monarca. La importancia del ganado la podemos comparar con la de los cereales ya que ovejas y granos eran un medio de pago. Carretas, carros y mulas eran los medios de transporte de las mercancías que atravesaban la península y compartían caminos con los rebaños merinos, como hemos visto que ocurría en el trazado de las cañada de Los Serranos que atravesaba las tierras de Olmedilla. El trajín de arrieros y mozos transportando cargas en caballerías de mayor o menor movilidad era constante. Cuadrillas de cinco o seis arrieros con sus recuas de mulas eran una de las bases del tráfico mercantil en la España interior; cuadrillas a las que hay que unir los trajineros que hacían sus desplazamientos en solitario. Se calcula la circulación de cerca de 14.000 carros por los territorios de la Corona de Castilla en el siglo XVIII articulando una red de transporte de mercancías y de circulación de personas. Los corrales, situados en las proximidades de los itinerarios de las cañadas, servían para realizar un alto en el camino para mulas, arrieros y trajineros, como puede ser el caso del Corral de los Panes cercano a la cañada de Beteta.

Antes de referirnos al trazado de las cañadas que recorrían el término municipal de Campos del Paraíso puede resultar interesante dedicar algunos párrafos a La Mesta como organización ganadera que se convertiría en una de las bases de la economía de Castilla desde el siglo XIII al XIX. La palabra Mesta deriva de las reuniones periódicas de pastores para devolverse e intercambiarse las reses descarriadas, perdidas o mezcladas de unos ganados con otros. Estas reuniones recibían también el nombre de oteros tal vez por realizarse en lugares elevados desde donde se divisaba a su alrededor la tierra donde pastaba el ganado. La despoblación de los campos durante las luchas de la Reconquista favoreció su dedicación a las tareas ganaderas como recurso económico que exigía poca mano de obra y porque también era más fácil proteger el ganado que los cultivos. Conforme avanza la Reconquistas y la tarea de repoblamiento el único medio de explotación económica de las grandes extensiones de tierra, que se fueron incorporando entre los siglos X y XIII, era su aprovechamiento como pasto ya que los reinos cristianos no contaban con el número necesario de repobladores para crear sociedades agrícolas.

El clima castellano, con veranos e inviernos de temperaturas extremas, condicionó y favoreció la existencia de una ganadería trashumante ya que “la tierra de nadie” en los primeros años de la Mesta permitía su libre uso y los desplazamientos periódicos para su máximo aprovechamiento. El intenso calor del verano y la escasez de hierba llevaban a los ganados a las tierras de montaña en busca de pastos más frescos, y los fríos invernales obligaban a evitar la nieve buscando lugares más cálidos en Andalucía y Extremadura. Los rebaños de Aragón bajaban hacía las tierras valencianas. El aprovechamiento de los pastos daba lugar a una trashumancia no organizada con rutas que dependían de la situación política y militar y de las posibilidades de encontrar los tan ansiados pastos. Las grandes rutas para la trashumancia del ganado merino se regularizan en el siglo XIII después de numerosos enfrentamientos entre ganaderos y agricultores por los derechos de paso y pasto. Sobre la forma de realizar la trashumancia existen dos fueros básicos el de Salamanca y el de Cuenca.

El fuero de Cuenca, como ordenamiento jurídico donde se establecen los derechos, costumbres y privilegios que se concedían a un territorio o a una población, recoge como en ocasiones los ganados iban protegidos en su marcha por gentes armadas, a pie o a caballo, mediante escoltas que recibían el nombre de esculca. El fuero de Cuenca, concedido en el año 1177 por Alfonso VIII, reglamenta los desplazamientos de los ganados merinos y las condiciones económicas del pastoreo.

En este fuero, entre otros aspectos, se fijaba que los pastores se ajustaban el día de San Juan, celebrado el 24 de junio. Los rebaños trashumantes tenían que pagar los impuestos llamados Servicio de Portazo y Montazgo. El Servicio de Portazgo gravaba a las cabezas de ganado, que había que contar, y su derecho de transito por las aduanas interiores entre los reinos. Este impuesto debe su nombre a que era cobrado en la puerta de las poblaciones. El Montazgo eran los tributos por el consumo de pastos que hacían los ganados. En la población de Paracuellos, perteneciente al obispado de Cuenca, se debía realizar el pago del portazgo por los ganados que pasaban a tierras musulmanas, según consta en un documento fechado en Alarcón el 7 de diciembre del año 1200, y en la población de Huélamo estaba el portazgo o aduana interior con Aragón. En Huélamo todas las mercancías procedentes de este reino tenían que pagar por el paso a Castilla una vez atravesado el río Tajo, frontera natural con el reino vecino. En el año 1343 se fusionan los impuestos de Portazgo y Montazgo y se arrienda a particulares su cobro. La Hacienda Real ingresó en el año 1450 millón y medio de maravedíes por el servicio de Portazgo y por el de Montazgo en 1462 dos millones, en 1480 cuatro millones y medio y en 1504 seis.

 Ya recogidas estas consideraciones generales sobre La Mesta y las Cabañas Reales de Carretas y Mulas pasamos a ver los itinerarios y las características más destacables de los cuatro ramales de La Gran Cañada Manchega Conquense en el municipio.

Por las tierras del partido mesteño de Cuenca discurrían los cuatro ramales de la Gran Cañada Manchega.

Esta Cañada recogía los ganados de las tierras altas de Cuenca y se dirigía hacia La Mancha.

Desde las tierras manchegas partían dos ramales, uno hacía Murcia, al valle de Alcudia, y otro que llegaba hasta Andalucía pasando por Toledo y Ciudad Real.

Los ramales de la cañada conquense, que recorrían las tierras del municipio de Campos del Paraíso, eran la llamada Cañada de Los Serranos, la de Los Chorros, la de Beteta y la de Molina de Aragón.

La cañada de Los Serranos y la cañada de Beteta eran utilizadas también por carretas y mulas de transporte y su trazado discurría paralelo al cauce del río Gigüela, desde los Altos de Cabrejas hasta el actual Parque Natural de las Tablas de Daimiel.

El mapa topográfico nacional MTN50-608 de la comarca de Huete recoge el recorrido por el municipio de Campos del Paraíso de tres caminos de trashumancia, aunque en este mapa no aparece el itinerario de la cañada de Los Chorros a pesar atravesar tierras de Carrascosa.

Las Relaciones Topográficas de Felipe II, realizadas a finales del siglo XVI, con la intención de conocer al igual que el Catastro de Ensenada en el siglo XVIII las tierras de Castilla, especialmente las de Castilla la Nueva y Extremadura, recogen el paso por las tierras del Municipio de las cuatro cañadas citadas anteriormente.

Recogemos primero el trazado de las tres cañadas cuyo itinerario si aparece en el mapa topográfico nacional.

            La cañada de Molina de Aragón  sería coincidente en su trazado con el límite entre los términos de Loranca, Carrascosa y Alcázar del Rey. Este trazado se cruzaría, si se mantuviese útil, con la carretera nacional N-400 de Ocaña a Cuenca a la altura del kilómetro 121, a tres kilómetros del casco urbano de Carrascosa. Esta cañada atravesaba en el término de Loranca los parajes denominados las Veletas, Las Peñas y Los Pernagales.

El recorrido de la cañada de Beteta también se cruzaría con la carretera nacional N-400 de Ocaña a Cuenca rebasado el kilómetro 129. El trazado de esta cañada discurría por el término de Olmedilla, en las inmediaciones del Cerro de Nuestra Señora del Castillo de Amasatrigo, y por los de Valparaíso de Abajo y Valparaíso de Arriba y se unía con la de Los Serranos cerca de la ciudad de Rozalén. La Cañada del Conde, a los pies del Cerro de San Bartolomé en Carrascosa del Campo, se unía a la de Beteta pasado el camino hacía Palomares y Montalvo, en tierras de la Orden Militar de Santiago.

La cañada de Los Serranos tendría su trazado paralelo al límite del municipio de Campos del Paraíso con el de Horcajada de la Torre y cortaría a la carretera de Ocaña a Cuenca en el kilómetro 136 en el paraje denominado.

Próximos a la cañada de los Serranos y en las inmediaciones del cerro de San Bartolomé en Carrascosa del Campo podemos localizar actualmente parajes conocidos con el nombre de El Corral del Cerro, El Corral del Sevillano, El Pozo del Vaquero y la Dehesa de Valsalobre.

Las Relaciones Topográficas, conocidas como El Diccionario Geográfico e Histórico de España, recogen, además del trazado de las cañadas antes nombradas, el de la denominada cañada de Los Chorros, aunque, como hemos dicho, el trazado de esta cañada no aparece en el mapa topográfico nacional de la comarca de Huete.

Para completar lo dicho sobre los itinerarios de las cañadas conquenses nos ocuparemos ahora de recoger el recorrido por las tierras de Cuenca, siguiendo el recogido en  las Relaciones Topográficas,  de la cañada de Los Chorros. Esta cañada procedía de Teruel, entraba en la provincia de Cuenca por Tragacete, y, tras atravesar la sierra, cruzaba la Alcarria por Carrascosa para entrar en la provincia de Ciudad Real por el término de Socuellamos, llegando hasta Andalucía.

La cañada de Los Serranos, procedía de la sierra turolense de Albarracín, entraba en tierras de Cuenca por Albaladejito para dirigirse hacía Toledo y Ciudad Real. Esta cañada pasaba por Cabrejas, Villarejo de la Peñuela, Villar del Horno, Naharros, Horcajada, Pineda, Valparaíso, Torrejoncillo, Carrascosa y Rozalén. Esta cañada, rebasada la cuesta de la Borgolla, se unía con la que venía de Beteta y juntas seguían hacía Uclés en donde se les incorporaba la cañada que bajaba de Molina de Aragón.

La cañada de Beteta procedía de Guadalajara, pasaba por los pueblos de Peñalén y Poveda, seguía por Beteta, Las Majadas, Verdelpino, Valparaíso, Olmedilla, Carrascosa. Esta Cañada se unía en tierras de Rozalén, en la cuesta de La Borgolla, con la de Los Serranos, como ya sabemos.

          Por el termino de Alcohujate entraba en la provincia de Cuenca la llamada cañada de Molina de Aragón, que seguía por Cañaveruelas, Villalba, Mazarulleque, Huete, Vellisca, Loranca, Alcázar y Carrascosa hasta Rozalén, uniéndose en Uclés a la de Los Serranos que ya había incorporado los ganados mesteños de la vía de Beteta en Rozalén.

En el término de Carrascosa, junto a la carretera a Saelices, nos encontramos con un cartel que índica el paso de la cañada de Jábaga, la de Los Serranos, por las tierras de esta villa siendo con el paraje denominado de Las Cañadas, junto al trazado de la cañada de Molina, el único recuerdo que queda de la actividad trashumante por los pueblos del municipio de Campos del Paraíso.

Por los parajes de las villas del municipio podemos seguir el itinerario de las cañadas y ramales mesteños lo que nos permite recordar un pasado ligado con la actividad ganadera de sus habitantes a través del recuerdo que ha quedado en el nombre de parajes agrícolas.

Por las tierras del término municipal de Campos del Paraíso, y utilizando como guía el ya citado mapa topográfico nacional, rastreamos corrales, fuentes y chozas testigos de una actividad ganadera que ha desaparecido en el municipio. Así, podemos localizar en este mapa parajes con corrales como ocurre con El Corral de la Lamparilla, el de la Reina, el de los Panes, el del Cerro, el del Sevillano o El Corral de la Ensancha. Estos corrales así como las chozas, en su gran parte en ruinas en la actualidad, servían de lugar de descanso y refugio tanto a ganados, como a pastores y agricultores.

Para terminar estos párrafos dedicados a la presencia de La Mesta en las tierras del municipio de Campos del Paraiso  nos ocuparemos de la importancia que tuvo en la ciudad de Cuenca la actividad textil desde el siglo XV. Esta actividad, debido a la crisis de la ganadería trashumante en el siglo XVII, decaería en una tejeduría barata. Durante la primera mitad del siglo XVII La Mesta sufrirá una importante decadencia ya que a las alteraciones climáticas que esquilmaban los pastos y a las plagas de langostas se sumó un cambio en el paisaje agrario con la introducción de nuevos cultivos. En los años de la primera mitad del siglo XVII aumenta la plantación de vides, olivos y la siembra de cereales panificables más resistentes como el centeno.

A estos factores de decadencia de La Mesta habrá que añadir la subía en el precio del arriendo de los pastos de las dehesas, la subida de la sal y la necesidad de compartir pastos con las ovejas estantes, las llamadas churras o morenas. Con fecha 10 de marzo del año 1649 el regidor de Cuenca presenta un Memorial ante el Consejo de Castilla en el que son analizas las causas de la decadencia y pérdida del ganado lanar del reino de Castilla.

A lo largo del siglo XVIII la actividad textil se recuperará parcialmente en la ciudad de Cuenca. En el año 1700 los telares volvieron a incrementar su número llegando a contabilizarse cuarenta y tres, en 1727 su número aumento hasta sesenta y seis y en 1735 llegarían a ser unos ochenta. En los años posteriores la elevación del precio de la lana y la pérdida de los pedidos de las libreas de la familia Real vuelven a sembrar la crisis en esta actividad en las tierras de la provincia. Un regenerador ilustrado como fue el arcediano y obispo de Cuenca don Antonio Palafox Croy, hermano del VII marqués de Ariza, establece la manufactura local contratando un artesano valenciano para la fábrica que abre en 1774. En esta fábrica se elaboraban sargas, paños, bayetas y alfombras, y para sus trabajadores don Antonio Palafox conseguiría de la Corona importantes privilegios. Esta recuperación sería pasajera pues la decadencia de la ciudad ya era irreversible y se acentuó con el cierre de la Real Fábrica de Moneda en el año 1728. Por la encuesta catastral sabemos que los propietarios ganaderos de la ciudad de Cuenca eran dueños de unas 40.000 cabezas de ganado lanar merino. Se contabilizaron en la ciudad 3.550 cabezas de ganado cabrío, 35 caballos, 20 yeguas, 197 machos y mulas, 340 jumentos y jumentas, 270 vacas, 440 cerdos y cerdas y 1.721 colmenas. En el año 1780 la región mesteña de Cuenca tenía 533 ganaderos trashumantes que eran propietarios de 167.775 cabezas. Los 6.137 ganaderos estantes eran dueños de 527.857 cabezas. Los ganaderos eran en total 6.670 y el número de cabezas 695.632. Cuenca era de las cuatro regiones ganaderas de Castilla la que presentaba resultados más pobres. En el siglo XIX, la ocupación y saqueo de las tropas napoleónicas llevará la ruina a la manufactura textil lo que será el comienzo de una decadencia económica que todavía continua.

 

 

 

 

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